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Personificando a la Fe

Descubramos al Espíritu Santo en este momento de nuestro día. Que el rol determinante de la Fe nos haga dichosos de la Gloria del Señor y nos haga superarnos día a día.

Hagamos juntos el siguiente ejercicio: Imaginemos por un momento que estamos desenvolviéndonos en una obra de teatro. La obra se titula “Nuestra vida”.  Somos los protagonistas principales.

El personaje que nos asignaron, lleva interpretando su papel durante años de un modo en el que hasta ese momento pareciera resultarle cómodo. Desde los ensayos de la obra, comprendimos que nuestro rol era clave para poder llevar a cabo la función de modo exitoso. Claramente nos coptó por completo. Se apropió de la profundidad escénica en cada presentación, llevándonos al enceguecimiento por el éxito y las bondades del estrellato.

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Habiéndonos presentado frente al público durante mucho tiempo, del mismo modo, jamás nos habíamos puesto a pensar sobre quién escribió el guión de “Nuestra Vida”. Muchas veces improvisábamos líneas de diálogos en distintas escenas. Otras tantas seguíamos el guión al pie de la letra. Cuestionarnos quién fue el creador de esta obra maestra fue un acto divino. Esta pregunta pudo haber llegado a una temprana edad para aquellos hermanos que fueron guiados por la Fe desde su creación. Pero muchas otras veces, el interrogante aparece frente a nosotros en estadíos de edad muy avanzados. ¿Puede Dios haber planeado todo lo que sucedió en mi vida? ¿En su divinidad, el Señor espera que hagamos nuestro papel del modo planeado? ¿Si nunca me encomendé en su camino ya estoy perdido? ¿ Estoy a tiempo de sanar?

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Estas respuestas llegarán desde el Cielo. Nuestro Padre Celestial nos está esperando y nos guía desde las alturas. Mientras tanto, obrar desde la Fe, mediante la oración es la clave para volver a creer en el Espíritu Santo. Si el caso fuere en el que nunca antes habías confiado  en nuestro Señor, no debes preocuparte. “Confía en el SEÑOR con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. Reconócele en todos tus caminos, y El enderezará tus sendas” Proverbios 3:5-6.

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Al levantarnos y enfrentar las jornadas diarias, sobrevienen en nuestra mente dificultades y situaciones que no podemos comprender. Nada de lo que nos acontece en este presente debe permanecer en las sombras del temor o el interrogante “¿Por qué me sucede esto a mi?” ¿”Merezco no tener trabajo?” “¿No me alcanza el dinero, qué hago?” “No puedo amar ni ser amado, ¿qué hago?”

Debemos descansar en Jesús. Pero descansar no implica relajarse. Esto implicará compromisos y esfuerzos para poder salir adelante. Para mantener nuestra Fe intacta y pura, sin abandonar al Señor. Pero más que nada, esta gran cuota de Fe, de esperanza y amor hacia Jesús, debe ser abonada sin demora ni retraso.

Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad; mantén mi corazón entero en el temor de tu nombre”. Salmo 85:11. Como lo hace un niño, sin calcular ni pensar, se entrega a las enseñanzas de su Padre, para seguir adelante con la vida. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El. El que cree en El no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo de Dios.” Juan 3:16-18




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