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Lecciones de Vida a lo Largo de la Civilización

Conoce las historias y detalles que tuvieron los más grandes acontecimientos de la historia de la civilización. Entérate por qué Dios siempre fue sabio con cada una de sus decisiones.

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“Hijo mío, no desprecies la disciplina del Señor, ni te ofendas por sus reprensiones. Porque el Señor disciplina a los que ama, como corrige un padre a su hijo querido.” Proverbios 3:11-12

Cuando Dios juzgó las ciudades de Sodoma y Gomorra por indecentes y decidió destruirlas, al fiel Abraham le preocupó que la decisión no fuera del todo justa. Le preguntó a Dios si verdaderamente eliminaría al justo por el pecador. No podía imaginarse que un Dios justo como Él hiciera tal cosa. Con mucha paciencia, Dios le aseguró que si hubiera tan solo diez personas justas en Sodoma, perdonaría a la ciudad, pero es obvio que Dios miró el corazón de aquellas personas y vio su gran maldad.

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“Ciertamente, ninguna disciplina, en el momento de recibirla, parece agradable, sino más bien penosa; sin embargo, después produce una cosecha de justicia y paz para quienes han sido entrenados por ella.” Hebreos 12:11

Moisés, al final del viaje desde Egipto hasta la Tierra Prometida, perdió los estribos delante de toda la nación y desobedeció las instrucciones del Altísimo. Dios lo perdonó, pero les dijo a Moisés y Aarón que su falta de Fe nos les permitiría entrar en la Tierra prometida. Moisés, siguiendo el mandato de Dios, subió al monte Nebo para ver la Tierra Prometida desde esta posición elevada, y luego murió.

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“En cambio, el que no la conoce y hace algo que merezca castigo, recibirá pocos golpes. A todo el que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho; y al que se le ha confiado mucho, se le pedirá aún más.” Lucas 12:48

Los hijos de Elí practicaron el vicio y el robo en la tienda de reunión a expensas de la adoración pura de Jehová. Elí no los destituyó del cargo sino que tan sólo los reprendió con suavidad. Honraba a sus hijos más que a Jehová. Con el transcurso del tiempo, Samuel, un profeta de Dios fue con un mensaje de calamidad: el poder y la influencia de la casa de Elí serían cortados, de manera que ya no llegaría a haber un viejo en su casa. Además, se anunció que sus hijos corruptos morirían en un mismo día.


“Si alguien peca inadvertidamente e incurre en algo que los mandamientos del Señor prohíben, es culpable y sufrirá las consecuencias de su pecado.” Levítico 5:17

En otro caso, Dios castigó a los egipcios por la maldad que infligían a los israelitas por medio de una dura esclavitud asesinando a sus hijos. Dios envió muchas plagas y desastres a la tierra porque faraón siguió pecando y la nación de Egipto lo siguió en su pecado. Culminó con la muerte de los primogénitos en Egipto, a pesar de que este juicio podría haber sido fácilmente evitado si el faraón hubiera escuchado y hubiera liberado a los israelitas de la opresión.


“Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte.” Romanos 8:1-2

Otra especie de prueba, más que de castigo, es cuando Dios ordena a Abraham a matar a su propio hijo. Dios decide que para confiar realmente en la lealtad de Abraham, éste debe estar dispuesto a sacrificar a su propio hijo en nombre de Dios. La historia tiene un final feliz después de todo, ya que en el preciso momento en el que Abraham finalmente se dispone a quitarle la vida, Dios le habla y le explica que era sólo una prueba.




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