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La búsqueda del propósito en la vida es una de las preguntas más profundas que podemos hacernos. Esta interrogante nos invita a reflexionar sobre lo que realmente importa y nos impulsa a encontrar un sentido más profundo en nuestras acciones diarias. Con la guía de Dios, creo firmemente que es alcanzable.
¿Alguna vez te pusiste a pensar en eso? Yo sí, y llegué a una conclusión clara: mi propósito es ser feliz y manifestar esa felicidad y paz hacia los demás. No es un camino sencillo, pero tampoco imposible. Dios está de mi lado y tiene enseñanzas maravillosas para que pueda lograrlo. A través de Su palabra, aprendí que el verdadero propósito de nuestra existencia no solo está en la búsqueda del bienestar propio, sino también en la forma en que impactamos la vida de los demás.
A veces, nos sumergimos en la rutina y olvidamos preguntarnos por qué estamos aquí. Nos enfocamos en cumplir expectativas externas sin detenernos a escuchar nuestro corazón. Pero Dios tiene un plan para cada uno de nosotros, y Su propósito es perfecto. Jeremías 29:11 nos dice: "Porque yo sé los planes que tengo para ustedes, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza."
La felicidad es un objetivo que todos buscamos, pero a menudo la perseguimos en lugares equivocados. La verdadera felicidad no se encuentra en logros externos o posesiones materiales, sino en el interior de cada uno de nosotros. Al descubrir y cultivar esta felicidad interna, podemos comenzar a irradiar esa energía positiva hacia los demás.
Algunas personas creen que la felicidad es una meta lejana, algo que se alcanzará cuando todo sea perfecto. Pero la verdad es que la felicidad es una elección diaria. No se trata de esperar a que todo esté en orden, sino de confiar en que Dios nos sostiene en cada paso. Filipenses 4:7 nos recuerda que "la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús."
La paz de Dios es un regalo que podemos compartir con los demás, irradiando amor y compasión en todo lo que hacemos. En un mundo donde la paz es un bien escaso, cada uno de nosotros tiene el poder de contribuir a su expansión. Ser un faro de paz en un mundo turbulento es un propósito noble y necesario.
Una vez que descubrimos la paz y la felicidad en Dios, el siguiente paso es compartirlo con los demás. No fuimos creados para vivir en aislamiento, sino para iluminar la vida de quienes nos rodean. Mateo 5:16 nos exhorta: "Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo."
No siempre entenderemos cómo se desarrollan las cosas en nuestra vida. Habrá momentos de duda, de caída y de incertidumbre. Pero Dios nos llama a confiar en Su proceso, porque él nunca nos abandona. Proverbios 3:5-6 nos aconseja: "Confía en el Señor de todo corazón y no te apoyes en tu propio entendimiento; reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas."
Confiar en el proceso es fundamental. La vida está llena de desafíos y obstáculos, pero con la guía de Dios, podemos superarlos. Dios nos ofrece enseñanzas y sabiduría para ayudarnos a mantenernos en el camino correcto. Confiar en el proceso significa tener fe en que todo sucede por una razón y que cada experiencia, buena o mala, nos acerca más a nuestro propósito. ¿Vos confías en el proceso? Al hacerlo, permitimos que la vida nos lleve a donde realmente necesitamos estar.
En conclusión, descubrir nuestro propósito es un viaje personal y espiritual. Al enfocarnos en ser felices y compartir esa felicidad y paz con los demás, y al confiar en el proceso con la guía de Dios, podemos vivir una vida plena y significativa.
¿Has descubierto tu propósito? Recuerda que Dios está siempre contigo, guiándote hacia un futuro lleno de esperanza y amor. Elige hoy vivir con fe, paz y felicidad, y compártelo con el mundo.
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