“Por la mañana hazme oír tu misericordia, porque en ti confío; enséñame el camino por el que debo andar, pues a ti elevo mi alma.”

Salmos 143:8

Aventurarse


Adentrarnos en una nueva experiencia puede ser muchas veces aterrador. Pensarnos en un nuevo trabajo, teniendo una conversación distinta con alguien con quien hemos discutido, tomando un nuevo desafío. Puedo que nos ofrezcan un beca de estudios que nos invite a cambiar de país, a asentarnos en un lugar con una cultura y códigos nuevos. Allí tendremos que hacer una elección: o quedarnos en nuestro cómodo y conocido lugar anterior, rodeados del amor de nuestros familiares y amigos, o aventurarnos a lo desconocido. Sabiendo que en cada esquina habrá una novedad y una nueva forma de hablar con otros, o perdiéndonos en los transportes públicos, encontremos también nuevas formas de andar esos nuevos caminos.

Publicidad

Todo eso se trata de ganar confianza, confiar en que Dios Padre siempre estará allí para guiarnos y mantenernos de pie. Si nos entregamos devotos a su amor podremos tener la esperanza de que Él cuidará de nosotros en esa nueva situación. Que se encontrará a nuestro lado cada vez que nos preguntemos si arriesgar o no, porque de eso se trata nuestra vida, de tomar constantemente decisiones. Y si lo hacemos de la mano de Dios Padre podremos tener por sabido que serán cuestiones que nos darán una valiosa lección.