Den, y se les dará: se les echará en el regazo una medida llena, apretada, sacudida y desbordante. Porque con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes.

Lucas 6:38

Como trates a tus hermanos, serás tratado


Me encontré con un antiguo amigo a quien hace tiempo no veía, y conversamos largamente sobre el rumbo que había tomado nuestra vida en el tiempo que no nos vimos. Me explicó de sus éxitos en una pequeña empresa que había creado, las importantes ganancias que obtenía, gracias en parte a que pagaba salarios notablemente más bajos de los que correspondían a ese rubro. Luego me habló de su difícil vida matrimonial, el desamor de su familia, el descontento de sus empleados y lo difíciles que eran sus días debido a la ingratitud de todos los que lo rodeaban. No sé porqué, pero no me sorprendió la infelicidad que decía sentir, ni la ingratitud que atribuía a quienes lo rodeaban. “Den y se les dará” nos dice Cristo, recibiremos lo que demos, y seremos tratados como tratemos a nuestro prójimo.

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Tomarnos el tiempo de preocuparnos por ser justos, por atender las necesidades de quienes están cerca nuestro, o dependen de nosotros, es la mejor inversión que podemos hacer en nuestra vida. Dios nos juzgará por nuestras obras, no por el dinero acumulado. Y nos tratará como hemos tratado a nuestros hermanos: con benevolencia o con dureza. Actuar con amor y generosidad nos llevará a ser más felices, haremos felices a quienes nos rodean y cumpliremos los preceptos que Dios nos enseñó.