“Guarda silencio ante el Señor, y espera en él con paciencia; no te irrites ante el éxito de otros, de los que maquinan planes malvados.”

Salmos 37:7

El momento de soledad


Existe mucha gente que tema a tener momentos en soledad. Ese tiempo que nos sirve como cristianos para reflexionar, para pensar en lo que nos ha sucedido en el día o simplemente, para evaluar las decisiones que hemos estado tomando. Algunas personas no toleran ese silencio porque no logran someterse a evaluación. En ocasiones, porque no están preparados para afrontar sus propias falencias, algo necesario para aprender a hacer las cosas de otro modo. Aquellos que no pueden criticarse a sí mismos y hacer planteos sobre sus propias actitudes, no estarán listos para modificar sus conductas.

Publicidad


Quienes no registren si sus decisiones afectan de forma negativa a sus hermanos, o los que no puedan descifrar si están obrando con injusticia o egoísmo serán los que más huyan al momento de reflexión con Nuestro Dios. Los que llenarán esos silencios de más momentos de ruido y confusión, y no estarán dispuestos a ser evaluados, por ellos mismos o por el prójimo. No abrirán su corazón al diálogo con Dios porque estarán convencidos de que sus formas de hacer las cosas son las únicas que existen y las únicas correctas. Requiere de mucho coraje reconocerse equivocados, pero implica mayor valentía poder conversar sobre nuestras falencias con Nuestro Padre Celestial. Sólo Él podrá absolvernos de nuestros errores, sólo con Él podremos tener entendimiento de lo que no estamos haciendo bien o del daño que estamos causando a los que más queremos.