“Por tanto, obedecerás al Señor tu Dios, y cumplirás sus mandamientos y sus estatutos que te ordeno hoy.”

Deuteronomio 27:10

Encantador


¿No resulta encantador cuando realmente estamos en sintonía con Nuestro Padre Celestial y lo que Él espera de nosotros? ¿No experimentamos sino la paz y la tranquilidad en su máximo esplendor cuando nos comprometemos a ser hijos fieles y devotos, sin lugar para las distracciones? Así es, cuando estamos acompañados por el Señor todo parecer ser más sencillo y no hay lugar para la queja. Sumergidos en nuestra propia fe y congraciados con una reflexión diaria y dispuesta de espíritu nuestras vidas comienzan poco a poco a ordenarse, y nosotros, a sentirnos más a gusto con nuestras rutinas.

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Por el contrario, en esas ocasiones en las que nos encontramos alejados del Señor y de sus planes, cuando desoímos su llamado o el de los que nos necesitan, cuando nos creemos invencibles, allí estaremos obrando mal. Nuestra Padre quiere que seamos compasivos y atentos con los demás, que tengamos una mirada solidaria y benevolente, que cada vez nos convirtamos en mejores cristianos, hermanos e hijos. En tanto, si confiamos en que recibiremos la luz necesaria para alumbrar caminos oscuros, que del otro lado de la orilla habrá alguien que siempre estará dispuesto a recibirnos en el amor, pronto encontraremos todas las respuestas a nuestras plegarias.