Conozco personas muy cercanas a mí que llevan una aparentemente perfecta vida en Cristo, pero que de todas maneras tienen personas a las que jamás han podido perdonar por un motivo u otro. Liberar a los que nos han ofendido es fundamental para recibir a Dios.
Es entonces de suma importancia recordar que no podemos recibir respuesta a nuestras oraciones y al mismo tiempo guardar rancor hacia quienes nos han ofendido. El rencor obstaculiza el canal de la Fe y nos deja indefensos, sin poder alguno en contra de los obstáculos de la vida. Entonces tengamos en cuenta que si hemos estado orando por algo y parece que la respuesta no llega, examinemos nuestro corazón para ver si dentro de ellos hay algún indicio de falta de perdón.
Pidámosle al Espíritu Santo que saque a la luz cualquier rencor que esté escondido.