Cuando aún era pequeño, recuerdo que mis padres me llevaban a un taller de arte, para contar con una actividad artística donde pudiera expresarme libremente, ya que como la maestra de arte de la escuela se había tomado licencia ese año, no contábamos con las horas de artes plásticas.
Una de las indicaciones más importantes que siempre acotaba la profesora del taller, es que nunca existía una misma línea ante la hoja en blanco.
Siempre debíamos plasmar cosas nuevas, fortaleciendo en el proceso nuestra capacidad para inventar nuevas ideas. Al caminar junto a Dios, aprendemos que en la vida podemos encontrarnos como ante una hoja en blanco, retos muy distintos con infinitas soluciones.
No obstante, una sola es la fuente que nos permite encontrar dichas respuestas: El poder del Señor y nuestra Fe en dicho poder. La vida nos confiere día a día desafíos importantes, cursos de acción y nos enfrenta a decisiones que serán la base de donde estaremos mañana.
Aunque no habrá siempre una respuesta ideal que sea la misma para cada circunstancia, siempre podremos recurrir a la guía paternal del Señor que nos indicará el camino y nos permitirá ser parte de su obra de bien, fortaleciendo nuestra creciente Fe en su poder.
Por eso es de suma importancia que vayamos confiados de la mano del Señor, recordando que ya sea que la victoria llegue a través de su intervención milagrosa o mediante su guía, toda la gloria es para Él y nadie más.