Hay veces en las que, no sé por cuál motivo, trato de adoptar hábitos que me son ajenos. Ayer justamente compré el periódico casi impulsivamente y sin ningún motivo. A la media hora ya me había arrepentido: es impresionante la cantidad de noticias negativas que allí encontré. El mundo se ha vuelto loco, pensé. Y automáticamente volví a todo aquello que me genera paz y bienestar espiritual: Dios. Y justamente pensaba en Él, en cómo todo puede estar viniéndose abajo y lo único que podemos rescatar es el amor de Dios. y es que
Su palabra es inmutable. Él no dice una cosa hoy y algo diferente mañana. Él es el mismo ayer, hoy y por siempre. Si realmente acogemos Su palabra en nuestra vida, ésta será como un amarre cuando todo lo demás empiece a derrumbarse. Si lo que Dios dice es suficiente para que podamos encontrar la paz, de esa manera podremos estar confiados cuando los demás estén confundidos; estar tranquilos cuando los demás estén bajo presión. Entonces, acoger Su palabra significa creer únicamente en lo que Dios dice, en lugar de creer lo que los demás dicen; significa creer en lo que Dios dice en lugar de lo que las circunstancias dicen.
Por eso, abramos nuestros corazones hoy y dejemos entrar en ellos la palabra de Dios, vivamos en Fe decididamente para de esa manera vivir en la paz y tranquilidad de Su amor.