Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.

Mateo 28:19-20

Agradeciendo y Aprendiendo


Todos sabemos que son infinitas las maneras que Dios emplea para acercarse a todos sus hijos, tan sólo es nuestro deber estar atentos y escucharlo; y para lograrlo, tan sólo debemos desear hablar con Él desde el corazón.

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Dios nos habla siempre. Claro está que no lo hace como quisiéramos, pero lo hace de una manera mucho más efectiva: Nos habla a nuestros corazones. Su voz es tan evidente que quienes la escuchan recuerdan el mensaje y la emoción que sintieron se manifiesta en sus vidas por mucho tiempo. De la misma manera, Dios nos envía un mensaje. A veces, el Señor pone en el corazón de la persona la necesidad de estar a solas con Él. Es importante no ignorar este mensaje ya que, con el transcurrir del tiempo, éste se hace más difícil de recibir.


Recordemos que Dios da a conocer su presencia mediante su Palabra, y es justamente allí donde se hace más evidente su amor por todos nosotros y su esmero en hacernos dignos de la vida eterna. Entonces, no olvidemos que Dios está presente en nuestras vidas y que sólo está en nosotros el querer escucharlo.


Él quiere hablar con nosotros para que podamos llevar su palabra a los confines del mundo. De esa manera, debemos estar dispuestos a aflojar el paso para escuchar lo que Él quiera decirle a nuestro corazón.