Confiad en el Señor para siempre, porque en Dios el Señor, tenemos una roca eterna. Porque Él ha abatido a los que moran en lo alto, a la ciudad inexpugnable; la humilla, la humilla hasta la tierra, la derriba hasta el polvo.

Isaías 26:4-5

Todo lo puedo


Muchos ante la mirada de sus hermanos se vuelven necios y niegan su ayuda. Cuando sus experiencias los ponen a prueba y no encuentran resoluciones fáciles o sencillas pueden sentirse frustrados. Así, caminan perdidos entre sus decisiones y no tienen en cuenta los sabios consejos que pueden recibir de su prójimo. Ofuscados y obstinados, se encierran en una única verdad, una que no se somete a juicio y es la propia.

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Cuando nos mantenemos atados a una sola visión de lo que nos sucede podemos cometer errores graves. Porque no nos dejamos ayudar por los que quieren para nosotros mismos felicidad, porque creemos que existe una verdad absoluta. Esa única verdad estará en manos de Dios Padre, Él transformará en cenizas nuestra necedad, será quien se interponga ante nuestra soberbia. Aliviará a las almas en pena y nos hará sentir la fe que en esos momentos no logramos ver. Nos llenará de esperanza cuando perdamos nuestra espiritualidad y nos dará la paz necesaria para tener confianza. Nuestro bienestar está encomendado a la gracia del Señor Nuestro Dios. Él no nos soltará la mano ni aún estemos profundamente equivocados, como hijos tendremos que abandonar nuestros prejuicios, sino sólo seremos seres en penumbras.