“En fin, vivan en armonía los unos con los otros; compartan penas y alegrías, practiquen el amor fraternal, sean compasivos y humildes.”

1 Pedro 3:8

Consuelo en la comunión


En tiempos difíciles o caóticos resulta complicado mantener la vista puesta en los demás. Nos centramos en nuestras propias problemáticas, en nuestras preocupaciones y perdemos la percepción por sobre los otros, en lo que a ellos también les sucede. Cuando nos encontramos ensimismados en nuestra rutina sale de nuestro radar aquello verdaderamente importante: mantener nuestra comunión. Sólo entre hermanos podremos retomar el camino de Nuestro Señor cuando estamos perdimos. Volver a oír su palabra, releyendo sus escrituras. Podrá ser un tránsito dificultoso cuando nuestra fe tambalea entre paisajes oscuros y sin luz, pero sólo Dios Padre nos ayudará con ese mal momento.

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Volver a la Iglesia si la hemos dejado a un lado nos conectará con hermanos en situaciones similares, que quizás necesiten una palabra de aliento o un plato de comida caliente sobre su mesa. Disponernos a ayudar, a sanar entre todos, nos quitará el peso de creer que estamos solos para enfrentar una realidad que puede ser dura. Confiar en que todo será mejor y en que podemos salir juntos nos dará fuerzas para continuar. Aquellos que se queden en soledad, observando sólo sus penas y necesidades posiblemente no logren salir del desasosiego. Nuestro Padre nos acompañará y nos brindará paz cuando estemos nerviosos y atormentados.