“Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cuando hayas cerrado la puerta, ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.”

Mateo 6:6

Cuando no toleramos estar en soledad


Mucha gente llena sus espacios o tiempos por miedo a estar en soledad. De nada sirve generar distracciones para no enfrentarnos con nuestras falencias y las ausencias que existen en nuestras vidas. Laura pasaba día y noche evadiéndose, hacía planes con amigos después de la oficina y salía cada noche. No tenía un segundo para Dios: hace tiempo no rezaba ni tenía una conversación reflexiva con Nuestro Padre Celestial. Lo cierto es que los excesos la hacían desconectarse y no pensar en lo que estaba ocurriendo en su vida. Hace poco tiempo había fallecido su padre y se había separado de su pareja. Ella se encontraba algo perdida pero llenaba sus vacíos con celebraciones y encuentros para no quedarse sola ante esos sentimientos de angustia. Pronto comprendió que ese no sería el mejor camino a seguir.

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Debemos ser seres reflexivos, pensar cada día cómo ser mejores hermanos. La realidad es que estar en tiempo a solas puede generar autoconocimiento y aprendizaje. Comprender qué nos agrada y qué no, cuáles son nuestras limitaciones y nuestros más profundos deseos. Podemos contemplar nuestras angustias y pedir a Dios consuelo y entendimiento. Conversar con Él va a ser fundamental para nuestro desarrollo como cristianos. En un tiempo que sólo merece reflexión, para comprender qué necesitamos y proveer aliento al que luego así lo requiera.