Todos sabemos que lo que nos enseñan de pequeños es a ser constantes, y esto es algo que podemos ver en muchos aspectos de nuestras vidas. Cuando aprendemos a andar en bicicleta nos enseñan a levantarnos siempre que nos caemos, eso es constancia. En la escuela nos enseñan a que si no nos salen los cálculos matemáticos, debemos practicarlos hasta que nos salgan. Eso también es constancia.
Ahora: la palabra de Dios nos dice que no es necesario llegar a caer, Dios dice que hay algo que nos puede mantener firmes: la constancia. Es por eso que debemos tomar esto como algo sumamente importante. No podemos permanecer firme en la Palabra de Dios si no tomamos la Biblia durante la semana. Hacerlo sólo el Domingo por la mañana no surtirá ningún efecto. Sin embargo, la mayoría de los creyentes tratan de subsistir de esa manera. Es por eso que si realmente queremos perseverar en Cristo en los días venideros, necesitaremos más que la Fe.
Necesitaremos Fe madura que mueva montañas, y sólo hay una manera de adquirirla: dedicándose a la Palabra con más firmeza de lo que lo hemos hecho. Por eso, tomemos las riendas de nuestra Fe y seamos constantes en nuestra elección de andar el camino que Dios eligió para nosotros, sólo de esa manera lograremos la fortaleza de espíritu necesaria para no caer nunca más.