¡Descarga la app!

Accede a más contenido como este.

“El hermano ofendido es más difícil de ganar que una ciudad fortificada, y las contiendas son como cerrojos de fortaleza.”

Proverbios 18:19

¿Qué hacemos cuando pensamos distinto?


Hoy en día (y casi en toda la historia de la humanidad) han existido los conflictos entre hermanos. Por un pensamiento diferente, por entender la situación desde distintas perspectivas o realidades. Nos dejamos arrastrar por pasiones, por pensamientos infundados, por nuestro propio egoísmo. Una sociedad que pregona la competencia entre discursos, sin dudas, no es una que hubiese querido nuestro Padre Santo para que convivamos en ella.

Publicidad

Pero ¿qué hacemos cuando nuestras ideas son tan diferentes a las de mi hermano?. Comprender que el otro no piensa como yo es un ejercicio de solidaridad y de humildad, no querer “ganar” a toda costa una conversación, no querer imponer mi idea por sobre la de mi hermano. Simplemente disponerme a escucharlo, a tratar de percibir sus palabras desde el entendimiento de que siempre habrá una sola verdad, y está será la Verdad Divina. Aquello que Dios guarda como importante para nuestras existencias y sobre todo, contemplar que debemos cuidar de nuestro prójimo, y ello también implicará hacerlo aún cuando él esté equivocado. Nos hará seres más tolerantes, más compasivos, en la gracia de Dios Padre, podremos compartir nuestras vivencias y nuestros puntos de vista, sin tener que llegar a un conflicto.


Todos somos seres independientes e individuales que comprenderemos las cosas de una forma única, eso no quiere decir que exista una verdad absoluta. Mi única verdad es mi Dios.