¡Descarga la app!

Accede a más contenido como este.

“Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te cubrirán sus aguas; cuando camines por el fuego, no te quemarás ni te abrasarán las llamas.”

Isaías 43:2

¿Cuánto vale mi palabra?


Cuántas veces ponemos nuestra palabra como “prueba de fuego” y no cumplimos. Solemos hacer pactos, comprometernos a hacer determinada cosa y luego ¿qué sucede...? No logramos llevarlo a cabo. No sólo estamos engañando al otro cuando nos conducimos de esa manera, sino que no estamos fallando a nosotros mismos. La palabra por sí sola tiene un valor muy grande: va a establecer confianza, sobre todo entre hermanos.

Publicidad

Confiar en otro no es algo corriente en la actualidad, somos muy celosos de nuestra elección al momento de decidir depositar nuestra fe en alguien. Por eso, debemos ser igual de cuidadosos para proteger esa confianza, cumplir con nuestros compromisos, por más mínimos que sean. Tenemos que comprender que cuando faltamos a nuestra palabra, podemos dañar un vínculo de amistad, de pareja, de familia. Aunque nos sintamos tentados a fallar, por ejemplo, a no asistir a un lugar al que habían asumido en el que íbamos a estar presentes, tendremos que ser más fuertes que nuestra desidia. Porque habrá un otro que cuente con nosotros, que nos espere o que simplemente se alegrará de vernos en ese momento. Si no cumplimos con lo dicho, la seguridad que nuestro prójimo nos entregó perderá sustento, nuestra credibilidad se verá afectada y será difícil volver a recobrarla.