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“Bienaventurado el hombre que persevera bajo la prueba, porque una vez que ha sido aprobado, recibirá la corona de la vida que el Señor ha prometido a los que le aman.”

Santiago 1:12

Asumir mis elecciones


En muchas ocasiones para no hacer algo que realmente nos gustaría comenzamos a poner excusas o llenar el camino de “peros”. “Me gustaría conocer ese lugar pero mi hijo es muy pequeño para viajar”. “Quisiera estudiar ese idioma pero no tengo tiempo”. “Tendría que dejar de fumar pero me cuesta mucho”. “Tengo que estudiar pero mis amigas vienen hoy a cenar a casa”. Lo cierto es que cuando dejamos pasar esas oportunidades o no le damos valor a nuestros anhelos no estamos más que abandonando responsabilidades.

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Resulta más fácil echarle la culpa al otro y quejarnos de que ese otro u otros no nos dejan hacer lo que queremos. Cuando eso sucede estamos sólo exponiendo nuestros miedos, nuestro miedo a aventurarnos a lo desconocido, a ser esas personas que queremos ser, a estudiar eso que tanto nos apasiona. Existe cierta cobardía vinculada a la no elección, a la ilusión de que si me quedo quieto en el lugar en el que estoy, del modo en el que actué siempre, nada malo podrá sucederme. El camino estará delineado por Dios Padre y cada uno de nosotros deberá contar con ello, sólo Él va a disponer de lo que nos pase y de aquello que debamos transitar o experimentar por una razón divina. Si ponemos nuestra confianza en Él las decisiones se volverán más sencillas y ya no tendremos que excusarnos en otros o en situaciones que no son las ideales para comenzar a vivir nuestra propia vida.