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No debemos desestimar el valor simbólico de los sueños: muchas veces nos despertamos confundidos, aún creyendo que nos encontramos soñando. Podemos recibir noticias, abrazar a alguien a quien extrañamos mucho o volver a ver a esa persona a la que perdimos. También, en esa zona límbica podemos sostener conversaciones, actuar de forma en la que no esperábamos, cometer pecado. Lo cierto es que en pocas ocasiones nos detenemos a reflexionar sobre lo que soñamos, o incluso, a prestar más atención y cambiar conductas.
Ese día me había levantado realmente convulsionado, alguien en el sueño me había dicho que ese semana mi abuela moriría, pero no le dí importancia. Lo extraño fue que días después ella estuvo internada y luego falleció, tal como sucedía en el sueño y yo, por obstinado no fui a verla. Traté de conversarlo en misa y de encontrarle una explicación lógica pero nunca la hallé. Sí, comencé a estar más atento, así como el ángel le había hablado a José, yo creo que un ángel también me avisó lo que vendría. Debemos confiar en los designios de Dios Padre, porque Él dibujará nuestro camino y el de nuestros hermanos según su gracia divina. Puede que hoy no encontremos respuestas o estemos perdidos, pero Él nos guiará y proveerá de amor y de paz nuestras almas.