¡Descarga la app!

Accede a más contenido como este.

“Ayúdense unos a otros a llevar sus cargas, y así cumplirán la ley de Cristo.”

Gálatas 6:2

Cuando no tuve fuerzas


Cuando fracasé me volví un ser ermitaño y solitario. Comencé a preguntarme qué era lo que había hecho mal, en qué había fallado, cuándo mi camino hacia el éxito se había desdibujado. Solemos ser muy severos con nosotros mismos cuando algo no resulta como lo habíamos imaginado. En sociedades cada vez más exitistas nos da vergüenza no haber logrado alguna meta o no haber terminado un proyecto. Por desconocimiento, por factores externos o por un simple error de principiante podemos no llegar a cumplir un objetivo que nos habíamos propuesto.

Publicidad

La mirada del otro muchas veces suele pesar tanto que guardamos nuestro dolor y nuestra decepción. Pero en ocasiones esos hermanos lograrán tendernos una mano y consolarnos cuando no tengamos fuerzas para continuar. Cuando pensemos que ese fracaso será algo definitivo. Dios Padre nos dará las herramientas para que podamos volver a intentarlo y que nos encomendemos a perseguir nuestros sueños. Estar sumergidos en la palabra nos guiará a través de las lecciones que debamos aprender para llegar a la meta. Porque sin Cristo no hay camino posible y podemos perder de vista que nuestro prójimo está ahí para ayudarnos en ese camino, de aciertos pero también de fallas. Nuestro Señor despejará aquellas rocas con las que nos topemos en el pasaje si nos mantenemos en la fe.