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Solemos caer en el vicio de creernos omnipotentes e invencibles y cuando eso se pone a prueba el golpe puede ser muy duro de afrontar. La realidad es que todos tenemos debilidades, podemos errar en nuestras expectativas y elegir los caminos equivocados. Podemos perder nuestros bienes, perder amistades o enfrentarnos a graves problemas. No debemos pensarnos imbatibles, sino considerarnos vulnerables y en ocasiones hasta indefensos. Pensamos que no mostrar ningún miedo, ninguna flaqueza nos hace seres soberanos, pero eso es incorrecto. Todos pasamos momentos de angustia y de incertidumbre en los que lo mejor es estar acompañados, por nuestros hermanos y por nuestro Dios Todopoderoso.
Nuestra grandeza no será medida en las pertenencias que tengamos, en los sabios que creamos que somos ni en lo valientes que demostremos ser. Por lo contrario, será evaluada por lo sinceros que seamos al abrir nuestros corazones y dejarnos guiar por Nuestro Padre Celestial. Confiar en Él, disponernos a pedir su cobijo y su consejo para encontrar la paz y la armonía que necesitamos en situaciones conflictivas. Intentar pelear nuestras “batallas” por nuestra cuenta muchas veces nos llevará a resultados erróneos. Debemos confiar en que Nuestro Padre escogerá los mejores senderos para que transitemos nuestro camino, nos protegerá y seremos cuidados por Él cuando más lo necesitemos.
