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Como pueden ver, la fe por sí sola no es suficiente. A menos que produzca buenas acciones, está muerta y es inútil.

Santiago 2:17

Una Fe activada


Como hijos de Dios debemos vivir por fe y hacerla evidente en nuestras acciones. Somos salvos por la fe y sin ella no podemos agradar al Señor, pero solamente está completa si la evidenciamos con obras. El Señor quiere usarnos en momentos difíciles de duda o incertidumbre. Provoquemos esas obras que den testimonio de nuestra fidelidad.

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Sin expectativas no hay fe: Tener expectativas sobre una cosa, situación o persona es estar esperando algo, asimismo sucede con la fe. Es pues la fe la certeza de lo que se espera…, estoy atento, inquieto, en movimiento. Estar expectante no es lo mismo que esperar, tengo esperanza que lo que he pedido sucederá. Es ver más allá de lo que la realidad me muestra, es creerle a Dios, es poner en Dios nuestra confianza. La fe siempre está acompañada por expectativa.


Declaro la palabra: Si no soy capaz de desafiar mis propios límites y verbalizar aquello que estoy esperando en Dios, no estoy activando mi fe. En el poder de la palabra se activa la fe. Dice Dios en Proverbios que en nuestra boca está el poder de hablar bien (bendecir) o de hablar mal (maldecir). Esto quiere decir que hay poder en la palabra declarada. Así es que con Fe declaro que lo que he pedido sucederá, que lo que hoy no estoy viendo llegará. Es la acción que se pone en marcha al declarar la palabra.


Visualizo lo que espero: ¿Qué estoy viendo, los obstáculos, los problemas que se presentan o hago visible aquello que estoy esperando? A simple vista no lo veo pero yo le creo a Dios. Si mi fe es puesta a prueba a través de las circunstancias que estoy viviendo, la realidad que me rodea es contraria a lo que espero, debo enfocarme en aquello que Dios ya me prometió y aunque no vea sigo creyendo.