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Tanto la esperanza como la espiritualidad tienen algo en común: el sentido de oportunidad. Al pensar en el Destino Final que Dios tiene para sus hijos, debemos tener en claro que representará una vida eterna libre de pecados y una oportunidad única de poder ingresar y habitar en el reino de los cielos junto a su hijo Jesús.El Espíritu Santo vive en cada una de las personas que se sientan cerca del Padre Celestial y que perciban esa necesidad de sumar su voz y su iluminación, abriendo sus corazones. Esa revelación es el primer paso para poder tomar consciencia y predisponer nuestra mente, cuerpo y alma hacia la Fe y la Gracia de Señor.