Accede a más contenido como este.
Una parte fundamental que debemos desarrollar en el transcurso de nuestras vidas es la de relacionarnos de manera armoniosa con el prójimo. Pero también es muy cierto que para entablar una relación autentica, real y duradera, debemos contar con una importante dosis de Confianza.
“Fíate de Dios de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas”. Proverbios 3:5-6
Sin embargo, Confiar en nuestro Padre Celestial implica algo más de nuestra parte porque es preciso fiarnos de Él de todo corazón, reconociendo Su presencia en cada paso que damos, en cada objetivo logrado. Es sumamente importante reconocer que todos nuestros pensamientos y acciones son generados por la Convicción de que El Altísimo Obra a través nuestro expresando Su Voluntad en el propósito que Él ha destinado a nuestras vidas. Dios lo ha hecho todo por nosotros y cuando podemos comprender la dimensión de esta Bendición, percibimos que nuestro corazón está más aliviado, descansado y dispuesto para afrontar los retos que nos tiene preparada la vida.
“Cuando siento miedo, pongo en ti mi confianza”. Salmos 56:3
Muchas veces, y sobre todo cuando experimentamos tiempos de bonanza, podemos caer en el error de confiar desmesuradamente en nuestra propia percepción o en nuestros conocimientos cuando tenemos que tomar una decisión relevante o clave para nuestro futuro.
Vamos perdiendo, paulatinamente, nuestro Don de gratitud olvidando que la mano del Señor esta en cada una de nuestras acciones. Por eso es importante tener en claro que ante cualquier resolución que estemos dispuestos a tomar, ya sea afectiva, familiar o de trabajo, debemos reconocer a Dios al frente de nuestras vidas, comandando nuestro accionar y propósito. Nuestra superación y éxito residen en la forma que nuestro Padre Todopoderoso nos utilice en cada circunstancia.
“Pon en manos del Señor todas tus obras, y tus proyectos se cumplirán”. Proverbios 16:3
Es absolutamente normal que ante los vaivenes que debemos atravesar durante nuestra existencia, nos encontremos en situaciones en las cuales se requiera de nuestra sapiencia y experiencia. Al afrontar este tipo de instancias, es lógico que nos veamos invadidos por las dudas o el miedo a cometer errores y aunque tengamos los elementos necesarios para llevar a cabo satisfactoriamente nuestro cometido, podemos llegar a no sentirnos del todo seguros.
Cuando tengamos la sensación de estar perdidos, confundidos, presionados ante la posibilidad de tomar un camino equivocado, angustiados por el temor a tomar una decisión errónea; debemos sustentarnos en nuestra Confianza y Fe en El Señor, haciéndonos dueños de esa presión que nos quita el sueño y compartirla con Él.
“Ésta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que si pedimos conforme a su voluntad, él nos oye”. 1 Juan 5:14
Confiemos de corazón en El Señor ya que Su Perfecta Guía nos llevará del principio hasta el final, por el camino del Bien. Recordemos que Él conoce toda la historia por completo, que comprende y ve lo que nosotros no podemos. Tengamos la Sabiduría que nos enseña Su Palabra para no ceder ante nuestro propio entendimiento y dejar en Sus manos Misericordiosas nuestro destino.
¿Quién mejor que El Señor para mostrarnos el sendero a seguir?
¿Quién mejor que Él para iluminar nuestras vidas cuando no podemos ver claramente el horizonte?
Cuando los niveles de Fe y Confianza son altos, podemos ver como las amistades, los matrimonios e inclusive las metas laborales y de estudio se robustecen, funcionan y generan bienestar.