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Reconocernos como hijos e hijas de Dios nos da un regalo que crece en nuestros corazones. Mantengamos un Espíritu motivado y activo para poner en práctica lo que El Señor nos ha indicado.
"Reconoce, pues, que el Señor tu Dios es Dios, el Dios fiel, que guarda su pacto y su misericordia hasta mil generaciones con aquellos que le aman y guardan sus mandamientos". Deuteronomio 7:9
Seguramente, en algunos tramos de nuestras vidas, experimentaremos cierta “distancia” en nuestro vinculo con El Señor. Las exigencias y preocupaciones que debemos enfrentar a diario pueden llegar a distraernos de manera tal, que dejamos de lado nuestro dialogo con Dios. Cuando perdemos fluidez en el lazo que tenemos con nuestro Padre Celestial, vemos como, paulatinamente, va creciendo en nuestro interior un fuerte sentimiento de confusión y desborde. Comienzan a superarnos las vicisitudes cotidianas. Las dudas y el desconcierto se apoderan de nuestras acciones y nos invade la sensación de haber “perdido la brújula” de nuestras vidas.
Sin embargo, en los pocos momentos de armonía que nos permitimos cuando transitamos este tipo de instancias, debemos tener la Sabiduría para capitalizar esas pequeñas ocasiones temporales y preguntarnos: ¿Qué nos está pasando?, ¿Por qué no sentimos Paz en nuestro Espíritu?
Es la oportunidad propicia para comprender que Dios siempre estuvo allí para Guiarnos, Fortalecernos, Consolarnos y Ayudarnos.
“Y el pueblo respondió a Josué: Al Señor nuestro Dios serviremos y su voz obedeceremos”. Josué 24:24
Cuando volvemos a sentir la necesidad de renovar nuestro pacto con El Altísimo, debemos tener presente que no lo podemos hacer a medias. Tengamos en cuenta que es una ocasión única para honrar Su Gloria ya que estamos reafirmando nuevamente nuestro Compromiso de Servicio y Humildad.
Esta decisión nos permitirá confirmar que la Misericordia del Señor es Poderosa. Al restablecer nuestro dialogo con El Eterno, estamos fortaleciendo el maravilloso acuerdo de Amor al que hemos sido llamados: Seguir y Servir a Cristo.
“Y todo el pueblo respondió a una, y dijeron: Haremos todo lo que el Señor ha dicho. Y llevó Moisés al Señor las palabras del pueblo”. Éxodo 19:8
¿Cuándo fue la última vez que hemos generado un espacio de intimidad y nos pusimos a recordar todo lo que El Señor ha hecho por nosotros? Es de suma importancia mantener un dialogo constante y profundo con Dios y sostener el convenio de Amor que con Él tenemos. Por eso, aunque el trajín diario sea vertiginoso y tengamos la sensación de que nos falta el tiempo, propiciemos nuestro encuentro con Jesús de manera inalterable.
Nuestro Padre Celestial tiene la Perfecta Disposición para proveernos en la necesidad y para impulsarnos a superar los trances más difíciles que debamos afrontar.Cuando la Paz y equilibrio vuelven a instalarse en nuestras vidas de la mano del Señor, sabemos que podemos Confiar plenamente en Él.
“Estén, pues, vuestros corazones enteramente dedicados al Señor nuestro Dios, para que andemos en sus estatutos y guardemos sus mandamientos, como en este día”. 1 Reyes 8:61
A lo largo de nuestras existencias transitamos por un abanico de momentos disimiles entre sí. Cuando tomamos la maravillosa decisión de caminar junto al Señor, sabemos que la vida se traduce en buenos y malos momentos.
Es un equilibrio natural para el cual debemos estar preparados, renovando a cada instante nuestra Fe. Es cierto que habrá instancias en donde sentiremos una suerte de apatía en nuestra relación con Cristo.
Esta “desconexión” se puede dar por diversos motivos: problemas económicos, desencuentros familiares, la pérdida de un ser querido, por solo nombrar algunos. Busquemos, entonces, la presencia de El Eterno con Amor, Fe y Arrepentimiento. Utilicemos nuestra experiencia como testimonio y recobremos la mirada compasiva y fraternal con nuestros hermanos, ayudando de corazón a aquellos que han perdido el rumbo para que se reencuentren con la Gracia del Señor.