¡Descarga la app!

Accede a más contenido como este.

Alentando Sin Detener Nuestra Esperanza

Continuemos sin dudas ni cuestionamientos esta senda de aprendizaje. Conoce el camino mediante el siguiente artículo.

Publicidad


”Muchas son, Señor, Dios mío, las maravillas que tú has hecho, y muchos tus designios para con nosotros; nadie hay que se compare contigo; si los anunciara, y hablara de ellos, no podrían ser enumerados.” Salmos 40:5

Es natural preguntarse por qué millones de personas siguen a Jesús y cómo se sienten de manera diferente. Como cristianos, hemos entendido la palabra de Dios desde la infancia. En nuestras familias recibimos este mensaje abriendo el corazón a la fe y luchando por la santa justicia que promueve la igualdad entre las personas. Es una forma de vivir, de pensar y de amar.

Sin embargo, no debemos sentirnos mal si no vemos a Dios de la misma manera. Si la fe no ha entrado en nuestra vida y alimentado nuestra sangre con su luz, podemos volver a encontrarnos con Jesús. Podemos hacer esto a través de la oración, leyendo la Biblia o viendo a nuestros compañeros de adoración unirse a la procesión.

Publicidad


“Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el Cielo.” Eclesiastés 3:1

No hay otra manera de acercarse a nuestro Padre. No hay receta y esta no es una clase especial. Viceversa. Lo que hace único al Espíritu Santo es que llega en el momento adecuado para cada persona que desea dar ese vuelco en la fe. No hay requisitos para iniciar este camino, pero sí existen responsabilidades como buenos cristianos para no perder de vista nuestra misión, la misma misión que Jesús emprendió en la cruz, donde nos mostró todo su amor y bondad, abriendo las puertas del cielo y conectándonos con Dios.

Es importante reconocer el valor que tenemos como personas, formando parte de una familia, un grupo de amigos o compañeros de trabajo. Tenemos la capacidad de desempeñar tareas y trabajos, o simplemente de realizarnos como seres de la manera que mejor nos convenga. Estos elementos nos caracterizan como personas y nos brindan la capacidad de tener una autovaloración fundamental y básica para sentirnos con una autoestima positiva.

Publicidad


“Mírame, y ten misericordia de mí; Porque estoy solo y afligido. Las angustias de mi corazón se han aumentado: Sácame de mis congojas. Mira mi aflicción y mi trabajo: Y perdona todos mis pecados”. Salmos 25: 16-18

Este sentido de pertenencia se profundiza y aumenta aún más cuando las personas que nos rodean irradian alegría y amor. Ahora no creemos que tengamos nada que agregar:

Fe. No estar en un país nuevo no significa ser un extraño o sentirse fuera de lugar. En efecto, significa un mundo lleno de bendiciones y oportunidades que nuestro Padre pondrá en cada uno de Sus hijos. Este es un rasgo distintivo, ya que de ahora en adelante tenemos una herencia y la oportunidad de recibir la vida eterna en el cielo. La revelación de cada persona al Espíritu Santo nos da la oportunidad de comprender el propósito de la vida en sociedad. La unidad que se construye entre los cristianos se entiende como amistad.

Esta colaboración de Dios Padre puede sorprenderos si no formáis parte de este camino divino. Pero para los que llevamos mucho tiempo creyendo, sin esperar a que Jehová nos dé una señal antes de actuar, entendemos claramente que estamos dando pasos para seguir su voluntad. Este poder abre puertas y oportunidades cuando menos lo esperamos y cuando más lo necesitamos. Si sientes que Dios no te ha sorprendido en estos días, puede ser porque no te has entregado completamente con fe para seguir de acuerdo a Su plan.


“¿Cómo que si puedo? Para el que cree, todo es posible.“ Marcos 9:23

Es importante recordar que la fe no es solo recibir, sino también dar. Al rendirnos por completo a la fe, permitimos que Dios nos sorprenda y obre en nuestras vidas de maneras inimaginables. Es un camino de confianza y desinterés, en el que nuestras acciones y nuestras decisiones están de acuerdo con los principios de amor, compasión y justicia que Jesús nos enseñó. No esperamos señales o promesas antes de dar un salto de fe. En cambio, confiemos en que el Espíritu Santo nos guiará y nos sorprenderá con cada paso que demos.  

La fe no se trata solo de creer, sino también de vivir. Es un proceso que transforma nuestra existencia, llenándola de significado y propósito. Cuando nos abrimos a la fe, encontramos un amor sin medida y una gracia abundante que trasciende los límites humanos. Sentimos la presencia de Dios en nuestras vidas y nos convertimos en instrumentos de su amor y gracia en el mundo.




Versículo diario:


Artículos anteriores

Oraciones y Plegarias del mes de Mayo

Aprendiendo a Cuidar la Vida

Recuperando la Capacidad de Perdonar

Adoptando una Vida Repleta de Amor

La Independencia del Corazón