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Inseguridad
“Que el Dios de la esperanza los llene de toda alegría y paz a ustedes que creen en Él, para que rebosen de esperanza por el poder del Espíritu Santo.” Romanos 15:13
Muchas veces comenzamos a experimentar sensaciones que no son las que comúnmente estamos acostumbrados a sentir. Al principio, dichos sentimientos no nos generan ningún inconveniente y al tiempo aprendemos a convivir con ellos. Lamentablemente, lo que logramos al no erradicarlos al instante, es crear las condiciones perfectas para que éstos crezcan sin darnos cuenta. Tal es el caso de la inseguridad, sentimiento que rápidamente nos llevará a la falta de Fe.
Depresión
“Pero que pida con Fe, sin dudar, porque quien duda es como las olas del mar, agitadas y llevadas de un lado a otro por el viento.” Santiago 1:6
Es normal, entonces, que el hecho de que nuestra paz espiritual se haya visto corrompida, nos genere una depresión que no nos permita ver salida alguna de este problema. En tales casos, la depresión se convierte en un mal que crece a pasos agigantados, algo así como el efecto de las arenas movedizas, en las que mientras más luchas, más te hundes.
Aislamiento
“En realidad, sin Fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que Él existe y que recompensa a quienes lo buscan.” Hebreos 11:6
La suma de los factores que nos llevan al alejamiento del camino de Dios y por ende a la falta de Fe, también hace que comencemos a alejarnos de todo aquello que nos hace bien, y un claro ejemplo es nuestro círculo de amistades y familia. Tengamos en cuenta que esto también forma parte de la construcción del entorno ideal del que nos es difícil salir sin ayuda. Por eso es importante recordar que el aislamiento es la señal más clara que se nos presenta a la hora de identificar nuestro alejamiento del camino de Dios.
Apatía
“Ustedes lo aman a pesar de no haberlo visto; y aunque no lo ven ahora, creen en Él y se alegran con un gozo indescriptible y glorioso, pues están obteniendo la meta de Su Fe, que es su salvación.” 1 Pedro 1:8-9
Por último, o mejor dicho, sin ningún orden de importancia en particular, otro signo claramente visible es la apatía, cuya definición de diccionario es: Falta de motivación o entusiasmo. Si bien ya dijimos que esto se trata de un signo claramente visible, debemos recordar el famoso dicho que dice: “no hay peor ciego que el que no quiere ver”. Esto nos dice que la apatía también es producto de la sumatoria de la depresión y el aislamiento, y es por eso que en tales circunstancias no encontraremos nada que nos motive, ni siquiera aquellas cosas que sabíamos que nos daban felicidad. Entonces es nuestro deber como hijos de Dios prestar atención a este cóctel explosivo que intentará alejarnos del camino de Cristo.