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Con seguridad podremos decir que hemos tenido aciertos como también errores. Siempre debemos tener en cuenta las circunstancias, el momento que estábamos transitando a la hora de resolver los escollos que se nos presentaron en el camino.
Avancemos en la vida junto al Señor. Ponernos de pie para atravesar las circunstancias adversas en su nombre y gracias a estos versículos.
“Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas”. Josué 1.9
Todos, a lo largo de nuestras existencias, nos hacemos cuestionamientos acerca de nuestro valor como personas, como hijos de Dios y sobre el sentido de la vida. Son muchos los que tienen tendencia a realizar un balance negativo de su accionar a lo largo de los años. Este enfoque no solamente es erróneo, sino que provoca sentimientos nocivos que nos condicionan en el camino de Amor y Salvación que hemos emprendido en Cristo.
Cuando exageramos los sentimientos de auto compasión por las fallas cometidas, nuestro corazón se ve invadido por reproches y frustraciones que no nos permiten valorar y reconocer las cuantiosas Bendiciones que recibimos a diario por parte del Señor. Con esa predisposición de Espíritu tan severamente castigada por nosotros mismos, se hace cuesta arriba alcanzar las metas dispuestas por El Eterno ya que de antemano nos desvalorizamos y no nos creemos capaces de afrontar los retos que, una vez sorteados, nos acercarán a la Gracia Dios.
“Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te cubrirán sus aguas; cuando camines por el fuego, no te quemarás ni te abrasarán las llamas”. Isaías 43.2
¿Cuántas veces tenemos la impresión de estar siempre equivocados y que nada puede reparar nuestras fallas?
Debemos comprender que estancarnos en estos cuestionamientos no nos conducirá a buen puerto. Esto no significa que dejemos de ser autocríticos y reflexivos con nuestros errores más profundos, ni que perdamos las intenciones de reparar lo que hayamos hecho mal. Tengamos presente que cuando nos sobreponemos a nuestras cargas sustentados en la Misericordia de Dios hacemos, de cada situación, una nueva chance para Crecer en Él.
El Señor nos insta a transformar nuestra oscuridad en Luz y a poner todo nuestro empeño en cambiar los sentimientos negativos que tenemos sobre nosotros mismos en caminos para mejorar y acercarnos a Él.
“El Señor mismo marchará al frente de ti y estará contigo; nunca te dejará ni te abandonará. No temas ni te desanimes”. Deuteronomio 31.8
Como miembros del Pueblo de Dios somos Bendecidos con perfecta Guía. Esto significa que cada obstáculo que tengamos que superar, cada tormenta que debamos atravesar, lo haremos de la mano del Altísimo.
Apartemos los acontecimientos que nos limitan y que nos alejan de la Libertad y la Dicha de caminar junto a nuestro Padre Celestial. La clave reside en alcanzar nuestras metas dando todo de nosotros, sirviendo en acciones y palabras al prójimo desde el Amor de Cristo.
“¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra?”. Romanos 8.31
¿Qué probabilidades de éxito tendremos en nuestra Misión si la imagen que nos representamos de nosotros mismos nos limita desde el comienzo del camino?, ¿Cómo Crecer y Madurar a nuestro máximo potencial si nos damos por vencidos antes de empezar? Recordemos la importancia y la trascendencia que El Señor nos propicia desde Su Gloria. Nadie nos Ama y Contiene como Él y Su intención es que vivamos el presente con Fe mirando al futuro como un lugar al que llegaremos mas Plenos, más Sabios y más realizados.
La vida con sus altos y bajos nos nutre de un sinfín de experiencias. Según las decisiones que hayamos tomado y nuestra actuación ante diversas problemáticas en diferentes escenarios; vamos forjando en nuestro interior una imagen de nosotros mismos.