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Defendiendo el Amor Propio

Debemos conmemorar y celebrar a esas personas que nos guiaron durante nuestro camino de sanación. Aprende en los siguientes versículos cómo hacerlo ahora mismo.

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"Un día cuando Jesús estaba orando para sí, estando allí sus discípulos, les preguntó: —¿Quién dice la gente que soy yo?" Lucas 9:18

Durante nuestro recorrido por la vida, nos encontramos con una multitud de personas, algunas de las cuales consideramos verdaderamente especiales. Son esas almas que han dejado una huella imborrable en nuestro corazón, que han compartido con nosotros su amor, sabiduría y amistad. Pero, inevitablemente, llega el momento en que algunas de esas almas especiales ya no nos acompañan en el presente, y debemos enfrentar su ausencia.

Sin embargo, lo más significativo de esta situación es que, incluso en su partida terrenal, podemos hallar consuelo y esperanza en una verdad que nos une a todos: la vida eterna en la presencia de nuestro Padre Celestial y su amado Hijo, Jesús. Este artículo nos invita a reflexionar sobre cómo podemos honrar y recordar a aquellos seres queridos que han partido hacia su descanso eterno, y cómo fortalecer nuestra fe en Cristo al hacerlo.

La fe en Cristo es un faro de esperanza en los momentos más oscuros de la vida. Nos brinda consuelo en medio de la pérdida y la partida de seres queridos. A través de esta fe, reconocemos que la vida en la Tierra es solo un capítulo de nuestra historia eterna. La fe en Cristo nos permite creer en la promesa de la vida eterna junto a nuestro Padre Celestial.

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"Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: «¡Abba! ¡Padre!»" Romanos 8:15

Honrar y recordar a nuestros seres queridos fallecidos se convierte en un acto profundamente significativo de fe. A través de este proceso, podemos hallar consuelo en la creencia de que aquellos que han partido ya están en la presencia del Señor, disfrutando de la recompensa de su fe. Recordar a estos seres queridos no solo es un tributo a sus vidas, sino también una afirmación de nuestra propia fe en Cristo y su promesa de vida eterna.

Recordando siempre que la oración es una herramienta poderosa y espiritual que nos permite conectarnos con Dios y transmitir nuestros pensamientos, sentimientos y deseos. En momentos de pérdida y duelo, la oración se convierte en un medio fundamental para mantener un vínculo espiritual con aquellos que ya no están con nosotros en la Tierra.

Al orar por nuestros seres queridos que han fallecido, no solo les ofrecemos nuestra gratitud y amor, sino que también les transmitimos paz en su descanso eterno. A través de la oración, podemos acercarnos a la Palabra de Dios y encontrar consuelo en sus enseñanzas. Las Escrituras nos guían en este camino de duelo y recuerdo, recordándonos que la vida eterna es una promesa divina.

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“Entren por la puerta estrecha. Porque es ancha la puerta y espacioso el camino que conduce a la destrucción, y muchos entran por ella. Pero estrecha es la puerta y angosto el camino que conduce a la vida, y son pocos los que la encuentran.” Mateo 7:13-14

Al orar por nuestros seres queridos que han fallecido, no solo les ofrecemos nuestra gratitud y amor, sino que también les transmitimos paz en su descanso eterno. A través de la oración, podemos acercarnos a la Palabra de Dios y encontrar consuelo en sus enseñanzas. Las Escrituras nos guían en este camino de duelo y recuerdo, recordándonos que la vida eterna es una promesa divina.

Independientemente de cómo elijamos honrar y recordar a nuestros seres queridos, es fundamental que lo hagamos con amor, gratitud y fe. Las tradiciones nos ofrecen una estructura para expresar nuestros sentimientos y mantener viva la memoria de aquellos que ya no están con nosotros.

Al hacerlo, renovamos nuestra fe en la promesa de la vida eterna y nos reconfortamos con la creencia de que un día nos reuniremos nuevamente con nuestros seres queridos en la presencia de Dios.


“Les aseguro —respondió Jesús— que todo el que por mi causa y la del evangelio haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o terrenos recibirá cien veces más ahora en este tiempo (casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y terrenos, aunque con persecuciones); y en la edad venidera, la vida eterna.” Marcos 10:29-30

El proceso de honrar y recordar a nuestros seres queridos fallecidos es un recordatorio de la vida eterna que nos aguarda en la presencia de nuestro Padre Celestial y su amado Hijo, Jesús. La fe en Cristo nos brinda la esperanza de que la partida terrenal es solo un breve adiós antes de un reencuentro eterno en la gloria del Señor.

Recordar a nuestros seres queridos que han partido es un acto de amor, gratitud y fe. Es una manifestación de la certeza de que, a través de la fe en Cristo, nos reuniremos nuevamente con aquellos que amamos en la vida eterna. Esta es la promesa de esperanza que nos sostiene en medio de la pérdida y el duelo, una promesa que brilla con la luz eterna de Cristo.




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