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Descubre el momento exacto donde todo comienza a equilibrarse en tu corazón. Explora en el siguiente artículo un puente hacia tu sanación eterna.
“Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas.” Mateo 6:24
Cuando optamos por seguir el camino del Señor, experimentamos un milagro sorprendente en nuestro corazón y alma. La transformación del Espíritu Santo se manifiesta en cada paso, en cada día y en cada noche que respiramos con la esperanza en Jesús.
Al escuchar Su Palabra, comprendemos que todos los milagros y bendiciones que nos ofrece están destinados a aquellos que genuinamente abren sus corazones a la Fe.
Desde los primeros pasos de nuestra jornada espiritual, nuestras familias y seres queridos nos han guiado hacia el inmenso amor del Señor. El Espíritu Santo dirige a estas personas que nos han criado, brindándonos la oportunidad de crecer imbuidos de sus valores y enseñanzas en la Fe.
“Y ahora, Israel, ¿qué te pide el Señor tu Dios? Simplemente que le temas y andes en todos sus caminos, que lo ames y le sirvas con todo tu corazón y con toda tu alma, y que cumplas los mandamientos y los preceptos que hoy te manda cumplir, para que te vaya bien.” Deuteronomio 10:12-13
Cada capacidad desarrollada en Cristo es un talento y una bendición que Dios nos ha confiado para cumplir con Su misión de Paz. Él mismo los colocó en nuestras vidas como instrumentos de transformación y sanación. Nuestra tarea es restablecer esa conexión profunda entre alma, cuerpo, mente y Espíritu Santo.
Una clave fundamental para perseverar en el camino de Dios y renovar nuestra Fe día a día es la humildad. El perdón y la capacidad de reconocer nuestras fallas y errores indican nuestra sensibilidad hacia Dios y Su Palabra Sagrada.
“Conozco tus obras. Mira que delante de ti he dejado abierta una puerta que nadie puede cerrar. Ya sé que tus fuerzas son pocas, pero has obedecido mi palabra y no has renegado de mi nombre” Apocalipsis 3:8
El Señor siempre nos mantiene en un espacio de crecimiento y aprendizaje constante en nuestra vida diaria. En cualquier entorno, se nos presentan oportunidades para perdonar, para acercarnos a aquellos que necesitan ayuda, o simplemente para ser instrumentos del Padre Celestial en el camino de nuestros hermanos y hermanas.
Cada día es una nueva oportunidad de descubrir el milagro de la Fe en cada paso, sabiendo que la guía divina nos acompaña en nuestro viaje espiritual. Que la humildad sea nuestro faro y el amor del Señor, nuestra brújula eterna.
“Por lo tanto, mis queridos hermanos, manténganse firmes e inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, conscientes de que su trabajo en el Señor no es en vano.” 1 Corintios 15:58
Es esencial comprender que todos los talentos desarrollados en Cristo son dones que Dios nos ha conferido para cumplir con Su misión de paz. Recuperar la conexión con Dios, con nuestra alma, cuerpo, mente y el Espíritu Santo es crucial para llevar a cabo esta misión de manera efectiva.
La humildad se erige como otra clave vital para permanecer en el camino de Dios. Reconocer nuestros errores y tener la capacidad de perdonar a los demás nos dota de una sensibilidad especial hacia la Palabra de Dios y hacia nuestros semejantes. Dios siempre nos mantiene en un espacio de crecimiento y aprendizaje constante en nuestra cotidianidad; por ello, es fundamental estar atentos a las oportunidades que se presentan para acercarnos más a Él.