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En busca del perdón

Hablar del perdón nunca es fácil, es muy fácil decir ”tienes que perdonar”, pero cuando es nuestro turno de llevarlo a la práctica, pareciera que es casi imposible, nos cuesta perdonar y, aún más, olvidar. A veces pasan los años y nosotros seguimos alimentando aquellos sentimientos de rencor y odio hacia otra persona que nos hizo daño, sin darnos cuenta que esos sentimientos negativos están evitando que avancemos en nuestro camino hacia el Señor, y es que por más que nos hayan hecho algo muy fuerte, aún así Dios quiere que perdonemos.


¿Por qué es tan difícil perdonar?Para poder perdonar, primero debemos desechar el orgullo. Hay que tener en cuenta que esto es una de las cosas de más peso que nos impiden el poder perdonar. El orgullo es el obstáculo más grande para poder perdonar. Mientras exista en nosotros algo de orgullo, no podremos perdonar, pero debes saber que el orgullo no nace en el corazón espiritual, sino en un corazón que no entendió la perfecta voluntad deDios.


“En Él tenemos redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados según las riquezas de su gracia.” Efesios 1:7


La voluntad de Dios es que nosotros podamos perdonar a las personas que nos ofenden, aquellos que de una u otra forma marcaron negativamente nuestra vida, porque el perdón es una llave que abre la puerta de la paz, la paz que nosotros anhelamos sentir en nuestro corazón, la que nos acerca todavía más a nuestro Señor.


El acto del perdón nos libera de los sentimientos de odio sentimientos negativos que nos impiden crecer al perdonar nos liberamos de dichos sentimientos y experimentamos un gozo en el espíritu.


“Y cuando estéis orando perdonad si tenéis algo contra alguien para que también vuestro padre que está en los cielos os perdone vuestras transgresiones.” Marcos 11:25


Cuando perdonemos a los demás, Dios nos perdonará a nosotros.

Recordemos que, para poder perdonar, debemos primero que nada, tomar conciencia, recordar y analizar quién fue el agresor y por  qué. Luego, debemos buscar un consejo sabio, conversar y analizar con una persona de confianza, objetiva, capaz de escuchar, analizar la situación y dar un consejo sabio.


Así llega el turno de sentir compasión o misericordia hacia nuestro agresor, para de esa manera verlo como un ser humano, tratar de comprender qué fue lo que lo motivó a causar daño. Debemos ser humildes, es necesario eliminar el orgullo que actúa como una barrera antes de ceder el perdón. Recordemos que lo más importante de todo es permitir que Jesús actúe en mi vida con completa libertad y que sea Él el que guíe la barca de mi vida.



Cuando tengamos rencor en nuestros corazones y no podamos sacarlo fácilmente, no hay mejor solución que hablar con Dios a través de la oración, no hay mejor manera de entregarnos al amor,  a la fe y a la esperanza. Es un trabajo que sólo se logra con tiempo, constancia y con mucho amor a Dios. Tenemos la capacidad de amar, y así como hemos tenido la capacidad de guardar rencores y no permitirnos  perdonar, utilicemos el amor que es lo que Dios nos pide para salir de los momentos más difíciles de nuestras vidas, utilicemos toda nuestra fe y el amor que Dios nos tiene para perdonar.


Por eso, hermanos y hermanas, es hora de reflexionar al respecto: Revisemos nuestras relaciones con los demás y hagamos un esfuerzo grande por vivir en armonía con todos y en todo lugar. De esa manera, aseguraremos el perdón de nuestros pecados.

“Yo, yo soy el que borro tus transgresiones por amor a mí mismo, y no recordaré tus pecados.” Isaías 43:25




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