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En la Construcción de una Hermandad Solidaria

Conoce el modo de construir bases fundamentales para crecer y expandir nuestra espiritualidad. Explora Paso a paso los siguientes versículos para mantener nuestra fuerza de voluntad de un modo único.

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“Mientras él aún hablaba, se presentó una turba; y el que se llamaba Judas, uno de los doce, iba al frente de ellos; y se acercó hasta Jesús para besarle. Entonces Jesús le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre? Viendo los que estaban con él lo que había de acontecer, le dijeron: Señor, ¿heriremos a espada? Y uno de ellos hirió a un siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Entonces respondiendo Jesús, dijo: Basta ya; dejad. Y tocando su oreja, le sanó” Lucas 22:47-51

En la Biblia existen pasajes que resplandecen con enseñanzas atemporales, trascendiendo las épocas y resonando en los corazones de creyentes a lo largo de la historia. Uno de estos pasajes nos habla sobre la importancia de la oración constante y agradecida, y cómo esta práctica puede desencadenar bendiciones y un manto de gloria sobre nuestras vidas.

A través de estas palabras de Cristo, encontramos una guía para cultivar una conexión más profunda con Dios y para experimentar Su gracia en nuestras vidas.

Cristo nos invita a la oración persistente y agradecida. En una sociedad impulsada por la inmediatez, estas palabras son un recordatorio de que la oración no es solo una petición ocasional, sino una conversación constante y confiada con nuestro Creador. 

El Señor conoce nuestras necesidades antes de que las expresemos, pero aún así nos alienta a comunicarnos con Él. Esta comunicación constante no solo refleja nuestra dependencia de Dios, sino también nuestro deseo de mantener una conexión activa con Él en cada aspecto de nuestra vida.

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“Y el jefe de la cárcel confió en mano de José a todos los presos que estaban en la cárcel, y de todo lo que allí se hacía él era responsable. Entonces el amo de José lo tomó y lo echó en la cárcel, en el lugar donde se encerraba a los presos del rey; y allí permaneció en la cárcel. Mas el Señor estaba con José y le extendió su misericordia, y le concedió gracia ante los ojos del jefe de la cárcel. El jefe de la cárcel no supervisaba nada que estuviera bajo la responsabilidad de José, porque el Señor estaba con él, y todo lo que él emprendía, el Señor lo hacía prosperar.” Génesis 39:20-23

Esta enseñanza se vuelve aún más significativa cuando la entendemos dentro del contexto de nuestra identidad como hijos e hijas de Dios. Como creyentes, hemos nacido en una esperanza viva, una esperanza arraigada en nuestra fe en Jesucristo. Nuestra confianza en las palabras del Señor se fortalece al comprender que sus promesas son inquebrantables. Dios es fiel y sus promesas son cumplidas, a menudo de maneras que superan nuestra comprensión humana.

En un mundo lleno de dilemas morales y elecciones, es natural encontrarnos con personas que, en apariencia, prosperan sin obedecer los principios divinos. Sin embargo, la perspectiva cambia cuando recordamos que las bendiciones mundanas pueden ser temporales y no reflejan necesariamente el propósito eterno de Dios para nuestras vidas. Como creyentes, nuestra verdadera riqueza yace en las bendiciones espirituales y en la paz que trascienden las circunstancias terrenales.

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“Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.” 2 Corintios 12:9-10

Es vital diferenciar la decepción momentánea de la negación divina. A veces, puede parecer que nuestras oraciones no son contestadas de inmediato o según nuestras expectativas. En esos momentos, es importante recordar que el Señor trabaja según Su divino cronograma y según lo que sea mejor para nosotros. Si una puerta se cierra, es porque Dios tiene una mejor puerta lista para abrirse. La promesa divina de dar lo mejor a sus hijos sigue siendo cierta, incluso cuando enfrentamos reveses temporales.

La fe y la esperanza son fundamentales en este proceso. Fijar nuestra esperanza en Jesucristo nos permite trascender los desafíos y las dificultades, sabiendo que Dios es constante en Su amor y cuidado por nosotros. Las circunstancias pueden cambiar, pero Cristo permanece inmutable. Él es la roca en la que podemos confiar, la fuente de nuestra esperanza viva que nunca nos decepcionará.


“A quien el cielo debe recibir hasta el día de la restauración de todas las cosas, acerca de lo cual Dios habló por boca de sus santos profetas desde tiempos antiguos.” Hechos 3:21

En un mundo lleno de distracciones y preocupaciones, cultivar la oración constante y agradecida nos ancla en la presencia de Dios. A través de esta práctica, fortalecemos nuestra conexión con el Creador, buscamos Su voluntad y abrazamos el camino que Él traza para nosotros. La oración no es solo un medio para obtener lo que deseamos, sino un canal para experimentar la cercanía divina, independientemente de las circunstancias que enfrentemos.

La oración constante y agradecida nos recuerda que nuestra comunicación con Dios es esencial para experimentar su gracia y bendición. Nuestra fe en las promesas del Señor nos da la confianza de que Él siempre cumple sus designios. Fijar nuestra esperanza en Cristo nos capacita para enfrentar los desafíos con valentía y confianza, sabiendo que Él es la roca firme en la que podemos apoyarnos.

En un mundo en constante cambio, la oración constante nos proporciona un ancla espiritual que nos conecta con lo divino y nos guía en cada paso de nuestro viaje de fe.




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