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Escuchando con el Corazón Abierto

Que en cada oportunidad para aconsejar podamos ser instrumentos de paz y gracia, recordando que todo lo que hacemos debe glorificar al Señor y edificar a quienes nos rodean.

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“Sean todos prontos para escuchar, lentos para hablar y lentos para la ira.” Santiago 1:19

La verdadera escucha activa comienza con un corazón dispuesto. Muchas veces, estamos tan ocupados preparando nuestra respuesta que no prestamos atención plena a lo que la otra persona nos está diciendo. Este versículo nos invita a ser intencionales al escuchar, dejando de lado nuestras reacciones impulsivas y enfocándonos en entender al otro. Cuando priorizamos escuchar sobre hablar, mostramos un amor genuino y una disposición para comprender, tal como Jesús lo hacía con quienes buscaban su guía. Escuchar sin juzgar, con un corazón lleno de compasión, crea un espacio seguro donde los demás pueden abrirse con confianza.

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“No juzguéis, para que no seáis juzgados.” Mateo 7:1

Cuando nos acercamos a alguien que necesita consejo, debemos recordar que nuestra labor no es juzgar, sino entender y acompañar. Este versículo nos recuerda que todos somos imperfectos y que solo Dios conoce plenamente los corazones. En lugar de señalar errores, debemos ofrecer palabras que edifiquen y restauren. Reflexionar sobre nuestra propia humanidad nos ayuda a acercarnos con humildad y empatía, reconociendo que hemos sido recipientes de la gracia divina y que estamos llamados a extender esa misma gracia a los demás.

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“Como el hierro se afila con hierro, así un amigo se afila con su amigo.” Proverbios 27:17

Los consejos que ofrecemos deben estar orientados a fortalecer y no a debilitar. Así como el hierro afila al hierro, nuestras palabras deben ser herramientas que edifiquen a quienes buscan nuestra orientación. Esto implica hablar con la verdad, pero hacerlo con amor, reconociendo que nuestras palabras tienen el poder de construir o destruir. Este proverbio nos inspira a ser amigos sinceros, guiando con sabiduría y ayudando a los demás a crecer en fe y carácter. Dar un consejo desde la sinceridad no siempre será fácil, pero es un acto de amor que refleja nuestro compromiso con la verdad y el bienestar del otro.


“Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odian.” Lucas 6:27

En ocasiones, quienes buscan nuestro consejo pueden no ser personas cercanas o incluso podrían haber sido una fuente de conflicto. Sin embargo, Jesús nos llama a mostrar amor incluso hacia aquellos que nos han hecho daño. Brindar consejo desde un lugar de amor desinteresado refleja la naturaleza del evangelio. Este llamado a amar y a hacer el bien, incluso cuando no es recíproco, nos desafía a vivir de acuerdo con los valores del Reino de Dios, mostrando una luz que puede transformar corazones endurecidos.

Escuchar a quien lo necesite es un acto de amor que requiere paciencia, humildad y un corazón alineado con los valores de Cristo. Los versículos bíblicos nos muestran que aconsejar no es simplemente hablar, sino un proceso que involucra empatía, sabiduría y, sobre todo, una disposición para reflejar el amor de Dios en cada interacción. Al ofrecer consejo, recordemos que nuestras palabras pueden ser una herramienta poderosa para guiar a otros hacia el propósito que Dios tiene para sus vidas.




Versículo diario:


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