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Este es el momento más esperado por muchas personas. Conoce mediante los siguientes versículos un espacio único de reunión y de sanación.
“De igual manera, ustedes esposos, sean comprensivos en su vida conyugal, tratando cada uno a su esposa con respeto, ya que como mujer es más delicada, y ambos son herederos del grato don de la vida. Así nada estorbará las oraciones de ustedes.” 1 Pedro 3:7
En medio de las sombras, aquellos que han confiado en Dios alzan sus corazones en oración, diciendo: "Señor, ayúdame a recordar que, sin importar cuán oscura sea la noche, siempre cuento con Tu luminosa compañía". Esta oración representa un acto de humildad y confianza. Es el reconocimiento de que, aunque el mundo pueda parecer desalentador en ciertos momentos, Dios siempre está presente
La vida de aquellos que han abrazado la fe está marcada por una relación constante con el Señor, una conexión espiritual que se fortalece a través de la oración y la confianza. En cada palabra, en cada acto de devoción, aquellos que han depositado su fe en Dios reafirman su compromiso de caminar de la mano del Creador, confiando en que Él es la luz que guía sus pasos en la oscuridad de este mundo.
“No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.” Filipenses 4:6-7
El amor propio y el amor hacia el Señor son la senda hacia la curación de nuestros corazones. La fe actúa como un escudo en los momentos más desafiantes, y el Espíritu Santo se convierte en un poderoso aliado, ofreciéndonos enseñanzas valiosas para nutrir nuestra mente y nuestro ser interior.
¿Te sientes conectado espiritualmente? ¿Sientes la guía del Señor en tu vida en este momento?
Experimentar una plenitud tan profunda con la seguridad de que nuestras decisiones están alineadas con la voluntad del Padre Celestial es una sensación extraordinaria. Al tener nuestros corazones dispuestos a brindar ayuda a quienes la necesitan, reforzamos nuestra conexión espiritual con Dios, asegurando que estos pilares fundamentales nunca se debiliten.
“Padre, quiero que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy. Que vean mi gloria, la gloria que me has dado porque me amaste desde antes de la creación del mundo.” Juan 17:24
Cuando sintamos la necesidad de reconectar, es fundamental dirigir nuestra atención al bienestar de los demás y convertirnos en instrumentos del Señor para aliviar sus cargas.
Cada día se nos presenta la oportunidad de apreciar y agradecer la creación de Dios, su obra maestra. Jesús, en su sacrificio en la Cruz, no titubeó. Esta manifestación de dignidad y gloria ante el mundo fue un claro ejemplo de que podemos avanzar sin dudar.
Como agradecimiento eterno, tenemos la oportunidad de devolver y expandir su amor: amándonos unos a otros como Él nos ama.
Todo ese sentimiento de paz sobre lo que pueda ocurrir, se resume en la confianza plena y en la maduración de carácter que nos permitirá entender el verdadero concepto de la Fe: No creer que el Señor puede, sino estar seguros de que lo hará, encomendando a Él nuestro camino, para obtener en su propósito para nosotros las peticiones de nuestro corazón.
“¿Está enfermo alguno de ustedes? Haga llamar a los ancianos de la iglesia para que oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor. La oración de Fe sanará al enfermo y el Señor lo levantará. Y si ha pecado, su pecado se le perdonará.” Santiago 5:14-15
La dignidad de sentirnos en paz y en equilibrio con el Espíritu Santo, representará una guía fundamental para nuestro sendero de luz.
Oremos diariamente en agradecimiento y conectemos con las lecturas de la Biblia que más nos ayuden para poder abrazar la Gloria del Padre Celestial. De esta manera nos sentiremos cada vez más cerca del Templo de los Cielos.
Por eso debemos ser conscientes de la importancia de ejercitar nuestra Fe de manera constante y, lo que es más importante aún, ponerla a prueba en todo momento y lugar. Sólo de esa manera sabremos fehacientemente que hemos hecho un trabajo digno de orgullo.
Recordemos entonces que es posible que nos invada el miedo ante una situación apremiante y esto nos invite a preguntarnos por qué Dios permitió que algo así nos sucediera, no obstante podemos también en ese momento elegir creer en su voluntad y confiar en que, aunque duela, la forma en que el Señor está obrando será para nuestro beneficio.
Cuanto más dura sea la realidad, aferrémonos más a Dios, no olvidemos que su amor nunca falla.