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Guiando a tu Voz Interior

Es momento oportuno para reconectar con la voz que guía tus paso en el sendero de la luz. En el siguiente artículo podrás encontrar la fuente de inspiración que te sanará por completo.

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“Afligidos en todo, pero no agobiados; perplejos, pero no desesperados;” 2 Corintios 4:8

En ocasiones, nos enfrentamos a un laberinto de emociones que nos deja sin palabras. Es como si nuestras ideas estuvieran atrapadas en un remolino de pensamientos, sin encontrar una salida clara.

Nos debatimos entre sentimientos encontrados y reflexiones confusas, incapaces de traducir nuestras emociones en palabras. Este laberinto nos sumerge en un mar de dudas y nos impide comunicarnos de manera clara y directa. Nos vemos envueltos en un torbellino emocional que nos deja en un estado de desconcierto e incomunicación.

Nos sentimos atrapados en un ciclo de miedo y ansiedad, incapaces de encontrar las palabras que puedan dar voz a nuestros sentimientos más profundos. Es un desafío que nos confronta con nuestra propia vulnerabilidad y nos recuerda la importancia de buscar apoyo y comprensión en aquellos que nos rodean.

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“Pues Dios no nos ha dado un espíritu de temor y timidez sino de poder, amor y autodisciplina” 2 Timoteo 1:7

En el momento en que nos encontramos con este obstáculo, nos vemos enfrentados a un enigma que, a menudo, hemos intentado desentrañar sin éxito. Este mecanismo, activado de forma inconsciente y rápida, nos desafía constantemente.

A pesar de nuestros esfuerzos por enfrentarlo, nos vemos limitados por la falta de herramientas adecuadas. ¿Alguna vez hemos considerado buscar fortaleza emocional y orientación en nuestra fe y en el Señor para superar estas dificultades?

La respuesta puede residir en volver nuestra mirada hacia lo divino y encontrar en ello el apoyo y la guía que necesitamos para atravesar nuestros momentos de dolor y confusión.

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“Pero los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas, volarán como las águilas: correrán y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán.” Isaías 40:31

Fortalecer nuestra fe y depositar nuestra confianza en Dios son elementos fundamentales en nuestro camino espiritual.

Es a través de estos pilares que podemos entregarnos plenamente a nuestro Padre Celestial. Si no cultivamos y fortalecemos nuestra fe, y si no confiamos en la guía del Espíritu Santo, nos será difícil confiar en nosotros mismos. Es solo cuando permitimos que Jesús entre en nuestro corazón que experimentamos un cambio profundo en nuestra vida cotidiana.

En ese momento, el propósito de nuestra existencia se transforma. El miedo que antes nos acorralaba y nos impedía expresarnos con libertad desaparece gradualmente. Dejamos de ser prisioneros del temor y empezamos a actuar con valentía y determinación, guiados por nuestra fe en Dios.


“Siempre tenemos que dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es justo, porque vuestra fe aumenta grandemente, y el amor de cada uno de vosotros hacia los demás abunda más y más.” 2 Tesalonicenses 1:3

Eliminar toda negatividad, miedo y desconfianza, y en su lugar permitir que el amor, el autoconocimiento y la disciplina que nos otorga Dios Padre prevalezcan en nuestras vidas. No debemos sucumbir ante la parálisis o los obstáculos que nos desaniman.

Debemos seguir adelante, ya que ese es el plan divino para cada uno de nosotros, aunque parezca inalcanzable. Aunque sintamos un peso abrumador en nuestro interior, Dios lo hará posible a través de su gracia. Debemos mantener nuestra confianza en el Señor, incluso en medio de las dificultades que encontramos en este mundo.

Habrá momentos de debilidad, momentos en que los fantasmas del miedo intentarán dominarnos. Pero es en esos momentos cuando Jesús se hace presente con su gracia divina, y el Espíritu Santo intercede para que podamos tomar el control de la situación. Debemos renunciar a toda duda y confiar plenamente en que la fe se expandirá y permanecerá firme en nuestro corazón.




Versículo diario:


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