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“Mas tú, Señor, Dios misericordioso y clemente, Lento para la ira, y grande en misericordia y verdad.” Salmos 86:15
En este bello salmo podemos ser testigos de la infinita misericordia que caracteriza al Señor, gracias a la cual nosotros -sus hijos amados- gozamos de los beneficios que significan ser amados por nuestro Padre.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Juan 3:16
Con este hermoso versículo queda bien demostrado el amor que el Santo Padre nos tiene: Tan grande son su amor y esperanza en nosotros que no dudó en entregar su vida misma para que podamos nacer libres de pecado.
“Yo amo a los que me aman, y me hallan los que temprano me buscan.” Proverbios 8:17
El amor es una fuerza muy fuerte que desata la pasión el deseo, y cuando uno tiene la pasión y el deseo de buscar a Dios, ciertamente lo encuentra. Puesto que Él es y está en todo, podemos encontrarlo cuando oramos, recordando siempre que alcanzar una relación mas íntima con el Señor debe ser la misión principal de cada uno de nosotros:
“Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” Romanos 5:8
Este pasaje relata cómo Jesús se despojó de cualquier privilegio divino para venir en forma humana y obedecer a Dios, sacrificándose por ti y por mí, por los buenos y por los malos. Dios nos ama tanto que demostró su amor dando lo que más quería: Su Hijo amado.
“El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre; y yo lo amaré y me manifestaré a él.” Juan 14:21
Amar a Dios y hacer lo que Él quiere son dos actos ligados en su esencia: el amor se demuestra en obras, no en palabras.