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Nace un Ser de Luz

Conoce más detalles del nacimiento de la persona más importante del mundo. Aprovecha este momento oportuno para poder conectar de un modo muy particular con las fiestas que se aproximan.

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La palabra Navidad viene del latín “Nativitatem” que significa “nacimiento”de la misma raíz viene la palabra “Natividad” que significa “natalicio”. De esta manera natalicio y navidad se utilizan para denominar el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, en Belén que significa “lugar donde nace el pan”.

Con exactitud no se conocía la fecha de nacimiento de nuestro Salvador, no se podía asignar un momento adecuado hasta que se adoptó la tradición romana que se alineaba con el “sol Invicti frente a la oscuridad” que se celebra el 25 de diciembre. Nuestro Señor ingresa en la vida terrenal, el nacimiento del Salvador marcará un antes y un después en el desarrollo del Espíritu Santo.

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“El cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse” Filipenses 2:6

Es importante repensar la forma en que celebramos la Navidad en la actualidad. La llegada de Jesús se ha convertido en algo que no se condice con la ceremonia sencilla y discreta que tuvo lugar en Belén aquella noche de milagros. Con el paso del tiempo, la Navidad ha evolucionado hacia una celebración que se ha visto teñida de ofertas y obligaciones de compra, tergiversando por completo la importancia de la llegada de Jesús a la Tierra.

En la mayoría de las familias, la Navidad se celebra con comidas abundantes y el intercambio de regalos efímeros y sin sentido. Sería interesante poder reflexionar sobre los verdaderos motivos que nos unen al Señor y nos conducen por su camino de salvación. La Navidad es una oportunidad para recordar y vivir los valores que Jesús nos enseñó: el amor, la compasión, la generosidad y la solidaridad.

En lugar de enfocarnos en el consumismo desenfrenado, podríamos dedicar más tiempo a la reflexión, la oración y el servicio a los demás. Podemos compartir momentos de calidad con nuestros seres queridos, expresar nuestro amor y gratitud hacia ellos y, sobre todo, recordar el verdadero significado de la Navidad: el nacimiento de Jesús, quien vino al mundo para traer esperanza y salvación.

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“Sino que se despojó a si mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres”. Filipenses 2:7-8

La llegada de la Navidad nos invita a contemplar la oportunidad de reencontrarnos con Jesús en la oración y la reflexión interior. Es un momento para sintonizar nuestros corazones con el mensaje de amor, comprensión y perdón que Él nos legó, y así, buscar la manera de manifestar esa enseñanza en nuestra vida cotidiana, especialmente en el ámbito familiar.

En la diversidad de las reuniones familiares durante esta temporada, es común que emerjan diferencias, opiniones encontradas y variados enfoques sobre la vida. Sin embargo, la esencia de la Navidad nos ofrece una oportunidad para abrazar y aceptar estas diferencias con amor y comprensión. En lugar de ser motivo de discordia, estas discrepancias pueden convertirse en puntos de enriquecimiento, donde aprendemos a comprender y respetar las perspectivas de los demás.

La oración se convierte en nuestro refugio espiritual para nutrir el entendimiento, el perdón y la armonía en nuestros hogares. A través de la oración, nos conectamos con la luz divina de Jesús, que nos ilumina para enfrentar las tensiones familiares con serenidad, sabiduría y amor incondicional.


“De pronto, una multitud de seres celestiales aparecieron junto a los pastores y alababan a Dios con estas palabras ¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres” Lucas 2:13-14.

La Navidad es un tiempo propicio para compartir la paz y la compasión que Jesús nos enseñó, independientemente de nuestras diferencias. Es un llamado a poner en práctica la comprensión, la paciencia y la humildad, recordando que cada miembro de la familia es único y especial a los ojos de Dios.

En este período festivo, fortalezcamos nuestro vínculo con Jesús a través de la oración, pidiéndole guía y fortaleza para aceptar y celebrar las diferencias que nos hacen únicos como familia. Dejemos que el amor y la gracia divina nos inspiren a tender puentes de entendimiento y respeto mutuo, convirtiendo así nuestras diferencias en lazos de unidad y enriquecimiento. Que este tiempo navideño sea una oportunidad para renovar nuestro compromiso con la oración y la presencia amorosa de Jesús en nuestras vidas y familias.

Aprendamos a valorar y celebrar la diversidad de pensamientos y opiniones en un ambiente de amor y paz, en sintonía con el espíritu de la Navidad y la enseñanza de Jesús sobre la aceptación, el perdón y el amor fraterno.




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