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Si deseas reorganizar tus pensamientos, sumérgete en esta lectura.
“Dios es mi salvación y mi gloria; es la roca que me fortalece; ¡mi refugio está en Dios!” Salmos 62:7
Es absolutamente normal que cuando nos enfrentamos a grandes responsabilidades, entremos en un estado de angustia y pánico.
Precisamente, es a partir de ese miedo que se genera en lo más profundo de nuestro ser un sentimiento de desapego con las metas que nos hemos trazado en nombre del Señor. Pensamos que no vamos a poder, que no estamos lo suficientemente capacitados, que sea cual fuere nuestra decisión no cumpliremos con las expectativas que han depositado en nosotros.
Son momentos en los cuales tenemos la errónea impresión de estar solos y a la deriva porque la situación nos supera. Por eso, es de vital importancia serenar nuestro corazón y despojar todas las dudas compartiendo todos nuestros problemas y desafíos con Dios. Experimentaremos de inmediato la Paz que tanto necesitamos, la disposición y fuerza para acometer cualquier reto y la claridad mental para alcanzar nuestras metas cumpliendo con los propósitos que El Eterno ha dispuesto para nuestras vidas.
“Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa”. Isaías 41:10
Cuando nos fortalecemos en la Gloria de Cristo, encontramos las respuestas precisas y los caminos correctos que nos llevaran a buen puerto. Al entregar nuestros miedos y angustias al Señor, somos Bendecidos con el Coraje y la Persistencia para ejercer de manera efectiva las acciones que nos han sido encomendadas.
Dios es nuestro Eterno refugio y cuando confiamos de corazón en Él, vemos como las malas situaciones no logran desalentarnos ya que nuestro Padre Celestial es nuestra Fuerza invisible que nos arraiga a Su Misericordia para no caer. Por eso es importante depositar todas nuestras Esperanzas en El Altísimo y estar receptivos a Su Perfecta Palabra que nos permitirá afrontar cualquier situación que se nos presente en la vida.
“Pero los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas; volarán como las águilas: correrán y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán”. Isaías 40:31
También en los momentos difíciles podemos llegar a sentir que las fuerzas nos abandonan y que no podremos superar la crisis que estamos atravesando porque ya hemos dado todo lo que teníamos.
Es cierto que en los episodios traumáticos de la vida estamos más propensos a darnos por vencidos, a bajar los brazos y darlo todo por perdido. En estos momentos de debilidad, es indispensable recordar y, por lo tanto, buscar el Amor de Cristo con todo nuestro corazón.
Si Confiamos en Dios no nos hundiremos en el cansancio. Él volverá a levantarnos y nos instará a continuar nuestra carrera con nuevas fuerzas y de forma positiva.
“Podrán desfallecer mi cuerpo y mi espíritu, pero Dios fortalece mi corazón; Él es mi herencia eterna”. Salmos 73:26
La fortaleza humana tiene un límite y es por eso que no podemos superar ciertos episodios de la vida con nuestras propias fuerzas. Sin embargo, la buena noticia es que al poner todas nuestros anhelos en manos del Señor sabemos que podremos salir de cualquier situación por mas difícil que sea.
Dejemos que Él nos socorra, vivamos con alegría la enorme dicha de tener Su Amor. En Él Podemos descansar para reponer energías. Él es nuestra Fuerza y escudo protector.