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Sucumbir ante la tentación

Habían pasado 10 años desde la última vez que vi a Joaquín, un amigo de la infancia con el que compartimos muchos lindos momentos en el templo. Cuando cuando lo vi no lo reconocí, estaba desgarbado y había perdido muchísimo peso. Le pregunté por su familia, por sus padres y sus hermanos y me comentó que hacía tiempo no hablaba con ellos. No pude evitar hacerle un comentario con respecto a cómo yo lo veía y me comentó que un par de situaciones lo llevaron a refugiarse en el alcohol y en las drogas y que estaba viviendo un infierno del cual no sabía cómo salir.


Acto seguido, le pregunté si seguía yendo al templo, si oraba, si seguía en relación con Dios.

Me comentó que sus problemas eran bastante pesados y que las drogas y el alcohol le ayudaban a olvidarse del asunto. Yo respondí que lo único que hacían las drogas y el alcohol era tapar sus problemas y que de esa manera no sólo nunca iba encontrar una solución a ellos, sino que también estaba destruyendo todo a su alrededor. Él me contestó que siempre fue de espíritu débil y que había sucumbido a la tentación.


“Estén en alerta y oren para que no caigan en tentación. El espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil” Mateo 26:41


Es muy fácil caer en la tentación cuando te alejas del camino de Dios y tu voluntad por ende se vuelve débil, pero hay que recordar que Dios nunca nos abandona y que siempre va haber un lugar junto a él. Hay que estar bien preparado y saber que el mal se encuentra siempre al acecho cuando nosotros estamos en el camino de Dios.


El primer paso es ser conscientes de esto mismo, ya que el mal goza en quitarle seguidores a Dios y nos ve a nosotros como su premio.

El mal, representado por Satanás, buscará atacar nuestros puntos débiles, nuestras zonas más vulnerables, aquellos aspectos de nuestra personalidad donde nuestra voluntad es escasa y genera una fisura en nuestro escudo.


“Revestíos con toda la armadura de Dios para que podáis estar firmes contra las insidias del diablo” Efesios 6:11


Identificar la tentación es una tarea muy importante y muy difícil de llevar a cabo, no hay que confundir el libre albedrío con la tentación en sí misma. ¿Cuántas veces hemos escuchado gente decir “tengo todo bajo control” o “esto me hará sentir mejor y luego lo dejaré porque puedo hacerlo, soy más fuerte que eso”?

Estos no son más que engaños a nosotros mismos. Bien dentro nuestro sabemos que la verdad es otra y que el asunto se nos está escapando de las manos.


Vencer la tentación no es una tarea fácil, por eso es importante identificar nuestros puntos débiles y trabajar en ellos, de modo que podamos reconocer la tentación cuando la veamos venir y de esa manera encontrarnos preparados para no sucumbir ante ella.


También debemos buscar refugio en la palabra de Dios y rodearnos de amistades que sean buena influencia para nosotros: Hermanos y hermanas en Cristo que no nos dejen alejarnos del camino del Señor.


“Hermanos, aún si alguno es sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradlo en un espíritu de mansedumbre, mirándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado” Gálatas 6:1

Hoy hace exactamente un año desde que Joaquín decidió regresar al templo, donde encontró nuevos amigos y renovó su amor hacia Dios. Hoy Joaquín es un hombre nuevo que ha logrado restablecer los vínculos con su familia y logró vencer la tentación refugiándose en la palabra de Dios y en sus seres queridos. Hoy hace un año que Joaquín volvió a nacer.





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