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El perdón es la herramienta más poderosa con la que contamos en este momento. Conoce la manera de cultivar tu corazón para recibir al Señor.

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“Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: -Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano que peca contra mí? ¿Hasta siete veces? -No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta y siete veces -le contestó Jesús-.” Mateo 18:21-22

El perdón es un don precioso un principio de salud emocional que nos da libertad, un requisito para una vivencia espiritual sana. Cuando el perdón sale de nuestros labios, lo ideal es que lo haga en la convicción de dejar atrás el resentimiento. Al momento de decirle a una persona te perdono, estamos abriendo la posibilidad real de tender un puente que nos acerque nuevamente, que nos permita volver a estar bien.

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“Por tanto, hermanos, sepan que por medio de Jesús se les anuncia a ustedes el perdón de los pecados. Ustedes no pudieron ser justificados de esos pecados por la ley de Moisés, pero todo el que cree es justificado por medio de Jesús.” Hechos 13:38-39

Procurar dar afecto a través de expresiones materiales está bien, si media una motivación sana. Un regalo expresa atención, sensibilidad, compromiso, solidaridad, todo esto está muy bien, pero hay que ser cautos. Donde no hay restricción es en el afecto, donde podemos ser generosos, desbordados en amor, pues éste causa recuerdos en el alma.

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“Rásguense el corazón y no las vestiduras. Vuélvanse al Señor su Dios, porque él es bondadoso y compasivo, lento para la ira y lleno de amor, cambia de parecer y no castiga.” Joel 2:13

El perdón no se negocia: se acepta, y se le da un valor infinito porque quiere decir que la otra persona decidió quitar los muros, bajar las defensas, se está permitiendo verte con ojos de amor y de misericordia. Saber perdonar es un acto de convicción, de profunda madurez afectiva, es decirle a la otra persona aquí estoy, te quiero de vuelta en mi vida.


“¿Está enfermo alguno de ustedes? Haga llamar a los ancianos de la iglesia para que oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor. La oración de fe sanará al enfermo y el Señor lo levantará. Y si ha pecado, su pecado se le perdonará.” Santiago 5:14-15

Cuando se perdona se confía, se cree, pero no es un salto de Fe, es un salto de esperanza, que se sostiene y se mantiene no en la ilusión, sino en la verificación del cambio de la persona que hemos perdonado, no mediante el señalamiento y la crítica, sino mediante el reconocimiento de las acciones positivas que esta persona va generando, sólo así se sostiene el perdón.


“Que abandone el malvado su camino, y el perverso sus pensamientos. Que se vuelva al Señor, a nuestro Dios, que es generoso para perdonar, y de él recibirá misericordia.” Isaías 55:7

Cuando ambos deciden darse una segunda oportunidad desde el perdón, tienen la obligación de nutrir el amor, modificando hábitos, procurando ser la mejor versión de sí mismos; pero antes de dar el perdón debemos reflexionar. Perdonar significa poner los ojos en el aprendizaje; poner los ojos en la lección aprendida, en vez de en el rencor que nos hace sacar nuestra peor parte, justamente aquello que nos aleja del camino del Señor.




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