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Un Compromiso de Vida

Dirigir nuestra vida por el camino de la comprensión diaria nos dará el apoyo que necesitamos para sobrevivir. Conoce el modo de hacerlo diariamente en el siguiente artículo.

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“De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna”. 1 Juan 3:16

Compasión es una palabra que usan a menudo los miembros del Pueblo de Dios, pero ¿Entendemos realmente el significado y la importancia de este acto maravilloso?

Como hijos del Señor, debemos comprender que la compasión incluye la disposición y la capacidad de ponernos en el lugar de los demás. Este compromiso de abnegación nos acerca a las metas que nuestro Padre Celestial tiene para nosotros. Significa vivir con la convicción de que nuestro corazón no estará en paz cuando nuestros hermanos y hermanas estén sufriendo y en necesidad.

Para comprender verdaderamente el sufrimiento de los demás, debemos detenernos y reconocer su dolor. La verdadera compasión es más que identificar el sufrimiento, es un verdadero acto de ayuda. El estímulo de Jehová para que actuemos de acuerdo con Su plan perfecto.

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“¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor”. Santiago 5:14

Dios nos enseña a través de su palabra y su sabiduría la importancia de cultivar la bondad y la compasión para que podamos ser bendecidos con la promesa de su personalidad eterna como Padre.

A veces podemos sentir que no tenemos o no encontramos en nosotros mismos el espíritu de compasión al que Jehová nos llama, pero si Cristo está en nuestra vida, podemos estar seguros de que lo tenemos. Solo tenemos que despertarlo y usarlo.

La palabra de sanidad de Dios debe fluir a través de nosotros para tocar los corazones de nuestros hermanos, ayudar a los hambrientos y restaurar la paz en sus vidas. Hay muchas maneras de ayudar a los más necesitados, pero para llegar allí, debemos estar decididos y decididos.

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 “Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor”. Mateo 9:36

Si nuestro hermano está gravemente enfermo, podemos llevarle el mensaje de Cristo. La comunicación, la empatía y la conexión con los demás son importantes en este momento. Un acto eficaz de consolar el sufrimiento de una persona desamparada es orar por él y orar por él. El poder de la oración devuelve la calma y destierra los pensamientos negativos que puedan surgir en los momentos difíciles.

Para sobrevivir y encontrar la fuerza necesaria para enfrentar estos desafíos, debemos recordar todas las tormentas que hemos superado de la mano del Señor. Él nunca nos abandona a nuestro destino. Siguiendo el ejemplo de Jesús, debemos dar el primer paso.

Tal vez tengamos preguntas sobre cómo podemos servir a nuestros hermanos que sufren y cómo podemos llevar la paz de Dios a sus corazones. Debemos comprometernos profundamente y meditar en la compasión del Señor, estimulando el deseo de ver a otros liberados de sus tormentos.


"Un corazón alegre le hace bien al rostro, pero las penas del corazón abaten el ánimo." Proverbios 15:13

Cuando transmitimos al hermano caído en desgracia el alimento espiritual que lo mantendrá con confianza y fe para enfrentar sus cargas, sabemos que el Altísimo nos está utilizando como instrumentos para reflejar esa compasión traducida en su amor por todos sus hijos.

Es fundamental comprender que el verdadero amor no se trata solo de recibir, sino principalmente de dar sin egoísmo ni prejuicios. Todos tenemos algún familiar, amistad o vecino que puede estar necesitando que la palabra del Señor llegue a su vida. Tomemos la maravillosa iniciativa de actuar ahora en nombre de su gloria. La compasión es un llamado a amar a nuestros hermanos y servirlos generosamente con la misma devoción que Dios nos muestra todos los días.

Que nuestra respuesta sea de valentía y acción poderosa, mostrando el amor y la misericordia de nuestro Padre Celestial en todos los actos de misericordia y compasión que hagamos.




Versículo diario:


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