Publicado hace 16 horas
Alguna vez escuchaste la frase "Memento mori" —Recuerda que morirás—. Aunque pueda sonar triste o melancólica, esta expresión no busca causar temor, sino recordarnos la fragilidad y el valor de la vida. Pero también existe su complemento más luminoso: "Memento vivere", que significa Recuerda vivir. Ambas frases, juntas, nos invitan a vivir con plenitud, conciencia y gratitud.
En un mundo donde la velocidad y la rutina pueden consumirnos, es fácil olvidar lo valioso que es cada día. La frase "Memento mori, Memento vivere", que significa "recuerda que morirás, recuerda vivir", nos invita a reflexionar sobre la fugacidad de la vida y la importancia de aprovechar cada momento.
Vivir cada día como si fuera el último nos impulsa a ser más conscientes de nuestras acciones y a valorar las experiencias cotidianas. Desde un simple amanecer hasta una conversación significativa, cada instante se convierte en una oportunidad para apreciar la belleza de la vida.
En medio del ajetreo diario, solemos olvidar lo más simple: despertar ya es un regalo. Poder abrir los ojos, respirar, tener un cuerpo que nos sostiene, personas que nos rodean, y oportunidades que aún nos esperan… es motivo suficiente para detenernos un instante y agradecer.
Al anochecer...
La gratitud es una práctica transformadora que nos ayuda a reconocer y valorar lo que tenemos. Al finalizar el día, dedicar unos minutos para agradecer por las experiencias vividas nos permite cerrar el día con una sensación de plenitud y satisfacción. Cuando el día termine, en lugar de enfocarnos en lo que no hicimos o lo que salió mal, agradezcamos haberlo vivido. Cada jornada, por simple que parezca, deja huellas invisibles en el alma. Podemos orar: “Señor, gracias por este día. Por cada conversación, por cada emoción, incluso por los desafíos que me hicieron más fuerte. Me entrego a tu paz esta noche.”
Al amanecer
De igual manera, al despertar, expresar gratitud por un nuevo día lleno de oportunidades nos prepara para enfrentar cualquier desafío con una actitud positiva. Esta práctica diaria no solo mejora nuestro bienestar emocional, sino que también nos conecta con lo que realmente importa, fortaleciendo nuestras relaciones y nuestra conexión con el mundo.
Al abrir los ojos cada mañana, dediquemos unos segundos a dar gracias por un nuevo día. Aún si la vida no está siendo fácil, el hecho de estar aquí significa que tenemos otra oportunidad para cambiar, amar, perdonar, sanar o simplemente respirar profundo. Podemos decir: “Gracias, Dios mío, por esta nueva oportunidad. Que hoy pueda ser luz para alguien, y que aprenda a valorar cada instante como si fuese el último.”
Esto no significa vivir con desesperación, sino con presencia. Abrazar los pequeños momentos, decir lo que sentimos, no postergar abrazos, perdones o sueños. Cuando vivimos así, el corazón se aligera, y la vida se llena de sentido. No es necesario que todo sea perfecto. Basta con tener el alma despierta.
Versículos para acompañar tu gratitud: “Este es el día que hizo el Señor; regocijémonos y alegrémonos en él.” — Salmo 118:24 “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.” — 1 Tesalonicenses 5:18 “El gran amor del Señor nunca se acaba, y su compasión jamás se agota. Cada mañana se renuevan sus bondades.” — Lamentaciones 3:22-23
Vive. Agradece. Ama. No esperes el momento ideal para empezar a ser feliz. El mejor momento es hoy. Haz de la gratitud tu oración silenciosa y de cada nuevo amanecer, un acto de fe.
Memento mori… pero también, memento vivere. Es un recordatorio constante de que la vida es finita, pero también está llena de posibilidades. Al integrar esta filosofía en nuestra vida diaria, aprendemos a valorar cada día como un regalo único e irrepetible. Nos invita a vivir con propósito, a ser conscientes de nuestras acciones y a cultivar una actitud de gratitud que enriquece nuestra existencia. En última instancia, al recordar que la vida es breve, encontramos la motivación para vivirla plenamente, apreciando cada amanecer como una nueva oportunidad para ser felices.
Todo dolor pasa y que vivir estancados en situaciones o personas que no nos dejan avanzar no es sano. Nosotras somos nuestra propia cura.
© 2025 SagradaPalabra.com