“Si es posible, en cuanto de ustedes dependa, estén en paz con todos los hombres.”

Romanos 12:18

Compasión y tolerancia


La violencia se ha vuelto moneda corriente muchas veces para “resolver” situaciones de nuestras vidas. Podemos gritarle a un compañero de trabajo o insultar a alguien al momento de estar manejando en la calle, y ya no nos cuestionamos lo que realmente sucede detrás de eso. Tener esos arranques de ira es algo que simplemente justificamos diciendo: “Es que estaba muy cansado”, “Él/ella no logra entender mi punto”, “Siempre se equivoca”. Aunque si nos detenemos a pensar un minuto sobre eso, caeremos en la cuenta de que no todo se trata de nosotros mismos. El cansancio no justifica que agredamos a alguien más, que el otro no nos entienda muchas veces tiene que ver con que nosotros no logramos expresar lo que queremos o buscamos y finalmente, que otra persona no sepa algo no es razón para que perdamos la paciencia.

Publicidad


Siempre será mejor tomarnos una pausa y pensar en eso que nos provoca reaccionar de mala forma. Será posible siempre con la ayuda de Dios, ya que Nuestro Padre nos permitirá poder evaluar nuestro comportamiento de una manera más consciente. Alineados con nuestra fe, podremos pensar en cómo comunicarnos mejor, en cómo ayudar al otro a aprender determinada cosa.