“Estén siempre alegres, oren sin cesar, den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús.”

1 Tesalonicenses 5:16-18

El viaje de la gratitud


Había sido un viaje tan largo que ya me parecía extraño estar tan cómoda armando mis valijas cada dos o tres días. Realmente todo resultaba con mucha naturalidad, junto con mi grupo de viaje conocíamos diferentes ciudades, idiomas, personas. Viajamos casi alrededor del mundo, pero no fue hasta que llegamos a una de las islas donde pude disponer de unos minutos para estar sola.

Publicidad

Reflexioné sobre cada uno de los pasos que me habían llevado estar donde estaba en ese momento y lugar, todo el sufrimiento y los logros. Eso me hizo extrañar a mi familia, extrañar el calor de mi hogar, la mesa compartida con mis padres y con mis hermanos, las caricias de mis abuelos. Meses atrás no hubiera pensado estar en la posición de viajar y poder trabajar al mismo tiempo, conseguir mi sustento y estar finalmente plena. Sólo podía agradecer y así lo hice, en ese momento de rezo y de conversación profunda con Dios Padre le agradecí por haber delineado mi camino, por haberme ayudado y guiado siempre que lo necesité (y sí que fueron muchas veces). Alejada de todo lo que conocía como cierto, alejada de mi familia, de mis posesiones pude valorar de otro modo. Eso me dió perspectiva, aprendí a conectarme con mis hermanos de otra manera y comprendí que debía ser siempre agradecida con Nuestro Señor, porque Él finalmente proveerá.