“Y les dijo: Estad atentos y guardaos de toda forma de avaricia; porque aún cuando alguien tenga abundancia, su vida no consiste en sus bienes.”

Lucas 12:15

El alimento que no llena


Yo lo ví todo desde aquella ventana del bar: un hombre sentado en una mesa de afuera le negaba alimento a un niño que estaba pidiendo su ayuda. El señor casi estaba terminando su almuerzo cuando se le acercó un pequeño niño que se encontraba pidiendo limosna en la esquina del bar. Desesperado por el hambre, el pequeño comenzó a pedir a los comensales si algo les sobraba de sus almuerzos, un pedazo de pan, algún plato a medio terminar. Pero cuando se aproximó a la mesa de ese hombre, él lo trató con desprecio y le dijo que se alejara. La escena me apenó tanto que corrí a darle mi propio almuerzo al niño, sin aún haber probado bocado. Pude ver como él me agradecía con sólo una mirada.

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Volví a entrar al bar, repetí mi pedido y me quedé pensando en la actitud del hombre. No comprendía por qué había sido tan hostil cuando sólo se le pedía un pedazo de pan. Muchas veces actuamos con avaricia y gula, no comprendemos que el otro puede estar pasando hambre, que quizás, hace días que no prueba un alimento. Debemos ser más compasivos con las dificultades que pueda estar atravesando el otro, porque el hecho de tener una comida caliente hoy, no nos exime de poder no tenerla el día de mañana.