Muchas veces nuestros hermanos acuden a nosotros cuando se encuentran en necesidad. Pueden precisar un consejo, una palabra de aliento o un plato de comida. Nuestro deber como cristianos será siempre auxiliarlos, pero ¿qué sucede con esas personas que se aprovechan de nuestra bondad?. La solidaridad es nuestro valor para con el prójimo, pero existen otros que puedan obrar con intenciones confusas. Quieren quizás tomar lo bueno pero nunca se presentan cuando es momento de retribuir o mienten e inventan situaciones para sacar provecho de nuestra buena predisposición.
Tomar distancia de algunos hermanos también nos acercará a Dios, porque Él nos ayudará mostrándole nuevas lecciones a aquellos que han errado. Mantener una conversación con el Señor nos dará la perspectiva necesaria para comprender que nosotros mismos podemos dar al otro de muchas maneras pero sin resultar heridos en ese proceso. Si sucede que otros han malgastado nuestro tiempo o que nos han utilizado en formas que no consideramos correctas, Dios sabrá recompensarnos y aleccionará a quienes necesiten oírlo. Será importante poder como hermanos mostrarles a aquellos que se han alejado nuevamente el camino hacia Dios Padre. Mantenernos unidos y presentes pero también permitiendo que ellos puedan dar sus propios pasos para llegar al Señor.