“El corazón apacible es vida de la carne; mas la envidia es carcoma de los huesos.”

Proverbios 14:30

La competencia


En las sociedades en las que nos desarrollamos muchas veces nos enseñan a competir entre hermanos para ver quién puede sacar el mejor provecho. Así, nos enfrentamos entre nosotros para obtener el mejor puesto de trabajo, la mejor calificación en un exámen, o hacernos de determinada posición. Lo que no reconocemos en ese momento, es que podemos estar sumergidos en el pecado de la envidia, deseando insaciablemente algo que creemos que posee el otro y nosotros nunca podremos llegar a tener. Si dejamos que ese sentimiento crezca dentro nuestro, nos va a causar mucho daño, ya que jamás estaremos satisfechos con nuestras propias vidas.

Publicidad

Nuestra verdadera competencia no es con otras personas, sino con nuestro ego y con el conocimiento que nos estamos negando a recibir. Porque centrándonos en los éxitos de los otros, no podremos ver los propios y tampoco alcanzaremos a ver sus fracasos. Nuestro aprendizaje vendrá cuando nos dispongamos a recibir todo lo que el Señor quiere mostrarnos, independientemente de que no sea algo que esperemos en ese momento. Debemos enfrentar a nuestras conductas negativas, aquellas de las que nos estamos alimentando, y no nos permiten ser nuestras mejores versiones. Solo de esa manera seremos libres y viviremos en armonía.