“Queridos hijos, no amemos de palabra ni de labios para afuera, sino con hechos y de verdad.”

1 Juan 3:18

Aprovechar el momento


Solía arrepentirme mucho luego de determinados encuentros con familiares o amigos. Lo que sucedía es que no lograba transmitirles cuánto los quería, o que los había extrañado, o hasta quizás, que me habían decepcionado. No podía decirles ciertas cosas por temor a que se enojaran o a que la respuesta no fuese la que esperaba. Así, los momentos en los que los veía se volvían una especie de neblina, un telón donde el detrás de escena nunca se mostraba. Ellos sabían que había algo en mí que no me dejaba mostrarme como en verdad soy, y estaba claro que era porque no permitía que Dios estuviera en mi corazón.

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Siempre que el Señor esté presente en nuestras vidas comenzaremos a ser más sinceros con nuestra esencia. Abrirnos con nuestros seres queridos y dejarles ver nuestra honestidad, manejarnos siempre diciendo la verdad, sin ocultamientos ni mentiras, nos librará de un gran peso. La carga que debemos soportar cuando no somos fieles con lo que en verdad queremos o necesitamos decir se vuelve tan pesada que resulta en cierto punto insostenible. Evitar explotar será algo evitable si descansamos en Nuestro Padre Celestial y confiamos en Él y en su bondad y grandeza.