Dios nos enseñó el Amor. Y ésto significa muchas cosas, y excluye otras. Significa amar a nuestros hermanos, cuidar de ellos como Él lo haría. Hemos aprendido de Él la humildad y el cuidado amoroso de nuestros hermanos. Para Él no hay nadie que sea inferior a otro, todos somos sus hijos amados que debemos cuidarnos y respetarnos unos a otros según su mandato. Cuidar el planeta que nos regaló, y en él todos los seres vivos que la habitan. Respetar la tierra, cuidar los cultivos, proteger a los animales. No destruir la tierra por perseguir riquezas. Somos todos responsables del mundo que creó para nosotros, y de las personas que eligió para habitarlo.
Excluye el odio, la competencia vil por el dinero y las riquezas. Excluye lastimar a un hermano o a un ser viviente. Excluye la indiferencia, evitar comprometernos. Excluye perseguir falsos dioses como el dinero, los lujos o las riquezas. O caer en la vanidad, en la altanería, en el orgullo.
Si cumplimos con sus enseñanzas, el Dios de paz estará con nosotros, nos dice éste versículo. Y ésto oculta implícita una advertencia. Dios puede enojarse si no cumplimos con su mandato. Dios puede no ser siempre un Ser de paz. Asi como echó a los fariseos del templo, echará a quienes no pongan en práctica lo que Él nos enseñó. Seguir su ejemplo de paz y amor es la mejor forma de no ser excluidos del paraíso; y gozar por siempre de su Amor eterno.