“Puesto que en obediencia a la verdad habéis purificado vuestras almas para un amor sincero de hermanos, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro.”

1 Pedro 1:22

Rodearnos de los que nos acompañen


Muchas veces creemos que es mejor rodearnos de aquellos que nos complementan o que son afines a nuestras propias creencias. Así, incluímos en nuestros grupos de amigos a personas que pensamos son parecidas a nosotros, o tienen un pensamiento similar al nuestro. También, aquellos que hemos conocido desde pequeños, y seguimos frecuentando a esas personas cuando quizás ya en la adultez no compartimos nada más que una historia o una anécdota juntos. Quizás nos mantenemos reticentes a la idea a abrir nuestras experiencias a conocer a nuevas personas porque tenemos miedo de ser rechazados o de equivocarnos con nuestra decisión.

Publicidad

A medida que crecemos debemos vincularnos con aquellos cuya energía acompañe nuestro proceso, que nos equilibren hacia la calma y que potencien lo que queremos trabajar de nosotros mismos. Esas personas que transformen las trabas u obstáculos que podamos encontrar en enseñanzas y fe compartida. Solo cuando lleguemos a ese estadío de necesidad social, entenderemos que Dios va a acercar a esos hermanos a nuestra vida, para ayudarnos a ser mejores y para compartir nuestras creencias en comunión. Nuestro Padre será quien nos vincule como hermanos, para que disfrutemos del amor y de la amistad con los otros. Tendremos que ver de esa manera qué valor damos a nuestro prójimo.